Casada, con dos hijos, nada más jurar ayer como ministra ante el presidente de la República se presentó en el Ministerio del Interior para el traspaso formal de poder con su antecesor, recibiendo una grave descortesía institucional de Salvini, que no estuvo presente. Para la Liga, Lamorgese es favorable a la inmigración, porque como prefecta de Milán se opuso a ordenanzas de ayuntamientos liguistas que negaban la acogida de los inmigrantes que pedían asilo. Ella se considera una independiente, prefiriendo mantener equidistancia y cultivar relaciones en todas las direcciones.
Su tarea más espinosa será la gestión de los flujos migratorios. Pretende reabrir el diálogo con la Unión Europea sobre inmigración, cosa que nunca hizo Salvini. El líder de la Liga echaba pestes contra Bruselas, pero no asistía a las reuniones con sus colegas europeos. El nuevo Gobierno pretende modificar las dos leyes de seguridad de Salvini en relación con el socorro en mar a los inmigrantes. Pero la propaganda de Salvini amenaza ya a la ministra: «Si reabre los puertos, haremos una batalla en el parlamento y en la calle».