El aviso del líder islamista llega en la misma semana en la que se cumple el cuatro aniversario de la muerte de Aylan Kurdi. La imagen del cuerpo sin vida del pequeño en una playa turca supuso un punto de inflexión en la crisis abierta por la llegada masiva de refugiados a las costas griegas procedentes de Turquía. Las barreras se levantaron y las medidas se suavizaron durante un breve espacio de tiempo hasta que Bruselas negoció con Ankara. El acuerdo alcanzado fue tan efectivo como «infame», según lo calificó Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que denunció que vulneraba «la normativa europea e internacional en materia de asilo».
Cuatro años después Erdogan vuelve a presionar a Bruselas, que tan solo en agosto ha visto cómo cerca de 9.656 migrantes, en su mayoría afganos y sirios según los datos de Naciones Unidas, han llegado a Grecia desde suelo turco. El avance del Ejército sirio y de Rusia en la provincia de Idlib hace temer a Ankara una nueva oleada de sirios y el presidente mueve ficha. «Estamos decididos a empezar a finales de septiembre a establecer una zona de seguridad como la queremos. Lo ideal sería hacerlo junto con nuestros amigos de Estados Unidos, pero si no llegamos a un acuerdo, estamos igualmente preparados y lo haremos con nuestros propios medios», un mensaje claro y directo de Erdogan a Donald Trump. En el pasado, Estados Unidos dio un paso atrás cuando Turquía decidió invadir la provincia kurda de Afrín, al norte de Siria, y no apoyó a las fuerzas kurdas con las que ha combatido estos años contra el Estado Islámico, pero a las que los turcos consideran «terroristas».