Las redadas, ejecutadas por la policía de inmigración (ICE, en sus siglas en inglés) con el respaldo de Donald Trump, estaban previstas para hace unas semanas, pero fueron suspendidas por la oposición de algunos altos cargos de la Administración Trump. En particular, no lo veía con buenos ojos el responsable del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en sus siglas en inglés), Kevin McAleenan, por la posibilidad de que forzar la separación entre padres indocumentados e hijos que son ciudadanos estadounidenses.
Los inmigrantes objetivo de las redadas son indocumentados a los que ya les ha llegado su orden de deportación, pero que siguen en el país de forma ilegal. Muchos son personas que cruzaron la frontera recientemente, en un esfuerzo de la Administración Trump por disuadir la llegada de más inmigrantes, cuyo número batió récords en mayo, con la detención de cerca de 140.000 personas en la frontera Sur.
Repulsa de los demócratas
Las revelaciones de las redadas han motivado la repulsa de buena parte de la oposición demócrata. Su principal líder en el Congreso, Nancy Pelosi, instruyó a los miembros del partido a dar a conocer los derechos que tienen los inmigrantes ante un posible arresto por parte de las autoridades. Los inmigrantes no tienen la obligación de abrir la puerta de sus domicilios a los agentes del ICE.
Como ocurrió con el anterior aviso de redada, el pánico ha cundido entre decenas de miles de inmigrantes indocumentados, que ahora tratan de buscar cobijo en domicilios de familiares o planean no acudir a sus trabajos para tratar de evitar la deportación.
Uno de los riesgos es que se produzcan detenciones «colaterales« a inmigrantes que no están en los grupos prioritarios del ICE para su deportación, pero que pueden ser sorprendidos en medio de las redadas.
En su momento, Trump advirtió que la suspensión de las redadas sería una oportunidad para que los demócratas se sumaran a sus planes para endurecer el derecho de asilo y las lagunas legales en inmigración, pero que se recuperarían si la oposición no participaba de esos esfuerzos.
Trump confirmó ayer que las redadas comenzarían el domingo. «Llegaron de forma ilegal», dijo a los reporteros en la Casa Blanca y añadió que los agentes «los van a sacar y los van a devolver a sus países».