La estructura de la nueva Comisión cuenta con ocho vicepresidencias, que incluyen tres ejecutivas, es decir, con poder real y no simbólico, además de la que ostenta el español Josep Borrell, que será el Alto Representante para la política Exterior. Estos tres vicepresidentes son el letón Valdis Dombrovskis, que estará a cargo del área económica, bautizada como «Una economía que funcione en pro de las personas», y seguirá siendo al mismo tiempo comisario de servicios financieros. El holandés Frans Timmermans, que ha sido la mano derecha de Jean-Claude Juncker en la Comisión saliente, seguirá siendo vicepresidente, ahora en la zona de medio ambiente que se llama Pacto Verde Europeo. La danesa Margrethe Vestager asumirá la extraña vicepresidencia llamada «Europa adaptada a la era digital», cargo en el que mantiene la responsabilidad que ya tenía como comisaria de Competencia, lo que la convierte en una figura esencial en el nuevo ejecutivo europeo. Se considera que Timmermans no ha apreciado mucho este gesto de su nueva jefa, que prefiere ostensiblemente apoyarse en la figura fuerte de Vestager.
Novedades semánticas
Los demás vicepresidentes serán el eslovaco Maros Sefcovic (Relaciones Interinstitucionales y Previsión); la checa Vera Jourová (Valores y Transparencia); la croata Dubravka Suica (Democracia y Demografía) y el griego Margaritis Schinas, hasta ahora portavoz de Juncker (Protección del estilo de vida europeo). Entre lo que uno de los miembros de la Comisión denominaba ayer «novedades semánticas», la de la cartera atribuida al responsable griego es probablemente la que suscitó un mayor y más grave aluvión de críticas. Lo que en otros tiempos habría sido la cartera de Interior se convierte en una definición que, al lado de las competencias sobre inmigración, refugiados y fronteras, resulta chocante. Tampoco ha sido bien recibido que Cultura y Educación hayan quedado difuminadas en la cartera de Innovación y Juventud que ejercerá la búlgara Mariya Gabriel.
El brusco giro proeuropeo de Italia ha sido recompensado con la cartera de Economía, que está por debajo del vicepresidente Dombrovskis pero tiene más poder real en el aparato administrativo, y que ocupará el ex primer ministro Paolo Gentiloni. La francesa Sylvie Goulard, que después de una larga trayectoria en el Parlamento Europeo fue una fugaz ministra de Defensa de Emmanuel Macron, asumirá las nuevas competencias sobre industria de Defensa y Espacio.
El más joven
El actual comisario de Agricultura, el irlandés Phil Hogan, será responsable de comercio, lo que le hace responsable de negociar una nueva relación comercial con el Reino Unido. A falta de saber lo que va a suceder en este laberinto de la desconexión británica, Von der Leyen ha decidido pedirle al negociador Michel Barnier que se mantenga en su puesto, que tiene un rango de director general, el inmediatamente inferior al de comisario. El comisario más joven será el lituano Virginijus Sinkevicius, de 28 años, que es también el primer militante ecologista que forma parte de la Comisión Europea.
El Parlamento ha de votar si considera adecuadas sus competencias. y habitualmente la toman con uno de los candidatos. La rumana Rovana Plumb encargada de transportes, tuvo que dimitir en Rumanía por un escándalo de corrupción y es muy probable que tenga problemas.
Los vicepresidentes ejecutivos
Margrethe Vestager, la gran triunfadora
En otras circunstancias, es muy probable que la nueva presidenta de la Comisión hubiera sido la danesa Margrethe Vestager, que en los últimos cinco años ha hecho un trabajo elogiado por todos como comisaria de Competencia. Su ascenso a una de las tres vicepresidencias ejecutivas sin abandonar la cartera con más poder real de la Comisión debe interpretarse como un claro reforzamiento de su figura.
Bajo su cobertura de «Una Europa adaptada a la era digital» tiene capacidad para intervenir en prácticamente todo el espacio político de la Comisión en áreas de la mayor importancia estratégica. Su único inconveniente es que la Administración Norteamericana, que se propone «reiniciar las relaciones con la UE» con la nueva Comisión, no va a apreciar que permanezca al frente de Competencia la persona que ha sido capaz de imponer las mayores multas a los gigantes digitales como Google y Apple. En todo caso, durante la última legislatura su prestigio no ha hecho más que crecer.
Frans Timmermans, el perdedor
El antiguo ministro de Exteriores holandés ha sido el hombre fuerte de la Comisión Juncker como único vicepresidente ejecutivo, y en los momentos de discusión en el Consejo sobre la designación del nuevo presidente de la Comisión estuvo rozando la posibilidad de hacerse con el puesto.
Que ahora le hayan igualado a otros dos vicepresidentes no le ha sentado nada bien y su malestar no era un secreto para nadie. La cartera sobre el «Pacto verde» es muy importante, pero de algún modo sirve para alejarle defnitivamente de los temas sensibles de las negociaciones con los países criticados por prácticas antidemocráticas como Polonia y Hungría, cuyos gobiernos habrán valorado más positivamente este hecho que el valor político de las carteras asignadas a los dirigentes que han enviado a Bruselas.
En todo caso, las competencias que gestionará Timmermans son políticamente muy importantes para la nueva presidenta.
Valdis Dombrovskis repite en el área económica
El ex primer ministro letón Valdis Dombrovskis repite como vicepresidente del área económica, aunque en esta legislatura la presidenta Von der Leyen le ha aumentado las atribuciones tanto como ha extendido sus tareas. Su área de acción se llama «Una economía que trabaja para la gente» mientras que el italiano Gentiloni se encargará de la Economía sin más, lo que ha suscitado innumerables bromas sobre si hay una economía que trabaja para la gente y otra que no.
Pero como Von der Leyen quiere que los vicepresidentes tengan también una cartera concreta, le han asignado los servicios financieros, que es un asunto vital para el periodo posterior al Brexit. El futuro de todo el mercado de productos financieros que es una parte vital de la economía británica, deberá trasladarse a suelo europeo si quiere seguir operando en euros. La de Dombrosvkis será una tarea vital para evitar que el BCE pierda el control del sector financiero de la moneda única.