Su gestión ha sido desastrosa, pero ha logrado en el nuevo gobierno un puesto de gran visibilidad. Para él, una ocasión de oro. Para Italia, un grave riesgo. Ahora tendrá que acompañarle por los pasillos de su ministerio un profesor de inglés y francés. Pero eso no es lo peor. Lo grave es que ha tenido patinazos increíbles y meteduras de pata épicas, demostrando que no conoce la geografía, ni la historia ni sabe lo que es la diplomacia. Hoy es el hazmerreír en las redes sociales, donde hay todo tipo de ironías sobre el ministro. Pero un diario riguroso como «La Stampa» no se lo toma a broma y en su primera página titula: «Temores de los aliados por Di Maio en Exteriores», recordando algunos de sus predecesores de «alto nivel político e intelectual», entre ellos Giulio Andreotti o Emma Bonino.
No maneja el atlas
Luigi Di Maio estará al mando de una red de casi 200 embajadas y consulados repartidos en los cinco continentes. Será la imagen de Italia en el mundo mientras dure este ejecutivo que aspira a gobernar hasta el 2023, una eternidad. Intentará que se olviden sus numerosos patinazos, pero algunos se recordarán para siempre.
Imposible borrar un inolvidable post en Facebook contra el odiado exprimer ministro Matteo Renzi: «Ha ocupado con arrogancia la cosa pública como en los tiempos de Pinochet en Venezuela». Claramente no maneja bien el atlas. «Somos un país aliado de Estados unidos, un interlocutor del Occidente con tantos países del Mediterráneo como Rusia». El presidente Putin se siente poderoso entre otras cosas porque su país está bañado por el mar Báltico, el océano Ártico, el Pacífico, el mar Negro, el Caspio…pero el Mediterráneo, justamente no.
Memorable fue su metedura de pata en la China. En Shangai, en el 2018, al presidente chino Xi Jinping lo llamó en el curso de dos convenios simplemente «Ping».
El patinazo histórico sobre Francia lo enmarcará «Le Monde» como una perla. En una carta al diario parisino la definió como «una democracia milenaria». En realidad, desde la Revolución (1789-1799) han pasado 230 años.
Patinazos diplomáticos
Mucho peor fue la metedura diplomática con Francia. En enero 2019 lanzó un mensaje de apoyo a la «revolución» de los chalecos amarillos: «¡Chalecos amarillos, no os rindáis! Desde Italia estamos siguiendo vuestra batalla desde el día en que habéis aparecido por primera vez coloreando de amarillo las calles…». «El viento del cambio ha cruzado los Alpes», escribió en Twitter. No conforme con los mensajes de apoyo, se presentó en París en febrero 2019 para estrechar la mano de algunos dirigentes de los chalecos amarillos.
Para Macron fue una provocación y una injerencia inadmisible, por lo que retiró temporalmente a su embajador en Roma. Fue un incidente diplomático sin precedentes en las relaciones de Francia e Italia. Gracias a una mediación diplomática del jefe del Estado, Sergio Mattarella, y a la rectificación de Di Maio, el presidente francés mandó de nuevo a su embajador a Roma. Ahora Di Maio tendrá que reconstruir sus relaciones con Francia. Seguramente, Emmanuel Macron estará deseando recibir a Di Maio en el Elíseo para tomar el té…
Su estilo arrogante y prepotente ha estado siempre lejos de lo que cabe exigirle a un diplomático. En un viaje oficial a Israel como vicepresidente de la Cámara de diputados, acusó al gobierno israelí de impedir a su delegación entrar en Gaza y amenazó: “Lo que decimos, lo cumplimos: Si el M5E llega al gobierno, reconoceremos al Estado de Palestina”. Promesa olvidada.
Simpatías chavistas
Son antiguas simpatías por el régimen chavista de Venezuela, al igual que las de algunos dirigentes del Movimiento 5 Estrellas. En el 2017, siendo vicepresidente de la Cámara de diputados, con Venezuela en llamas por su crisis, llegó a proponer que la crisis de Libia, en guerra civil, fuera resuelta con la mediación de la Venezuela de Nicolás Maduro y la Cuba de Castro. Luego, ya en el gobierno, se ha negado a reconocer como presidente de Venezuela a Juan Guaidó.
Son viejas también sus antipatías con Angela Merkel, que ahora, según algunos medios italianos, ha mostrado su contrariedad por el nombramiento de Di Maio. Aparte cuestiones personales, seguramente la canciller alemana podrá recordar la posición nada entusiasta del nuevo ministro en relación con el euro. En diciembre 2017, cuatro meses antes de las elecciones generales que luego ganó el M5E, declaró: «Si hubiera un referéndum, está claro que votaría por la salida del euro, porque significaría que Europa no nos ha escuchado».
Dada la situación estratégica de Italia en el Mediterráneo, su política exterior ha sido siempre fundamental para Occidente y sus relaciones con Oriente Medio y Washington. En un mundo lleno de desafíos, como la inmigración, cambios climáticos, terrorismo, Brexit, tensiones comerciales entre las superpotencias, Luigi Di Maio tendrá que olvidarse de nostalgias tercermundistas y demostrar si es capaz de afrontar las crisis y emergencias. Es una empresa de alto riesgo, en la que, afortunadamente, podrá contar con la ayuda de excelente cuerpo diplomático como es el italiano, que a buen seguro le dará un sabio consejo: Piensa antes de hablar.