La jefa del Gobierno de Hong Kong retira la ley de extradición a China después de tres meses de protestas

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Después d

e casi tres meses de protestas masivas y violentos enfrentamientos con la Policía, el Gobierno local de Hong Kong retirará oficialmente la controvertida ley de extradición a China, que ha sumido a la ciudad en su mayor crisis política. En un vídeo emitido por las televisiones poco antes de las seis de la tarde (doce del mediodía, hora peninsular española), así lo ha anunciado este miércoles la jefa ejecutiva del Gobierno, Carrie Lam. «El Gobierno retirará formalmente el proyecto de ley para calmar las preocupaciones del público», leyó Lam con sobriedad su mensaje, con el que intenta apaciguar la agitación social.

Pero esta concesión solo cumple una de las cinco demandas que le reclaman los manifestantes. Las otras cuatro son la creación de una comisión independiente para investigar el uso de la fuerza policial, el sobreseimiento de los cargos por «disturbios» para los detenidos en las protestas y la retirada de dicha calificación, que entraña penas de hasta diez años de cárcel, así como el sufragio universal.

Aunque la jefa ejecutiva no transigió con la comisión de investigación, sí incorporó dos nuevos miembros al comité interno de la Policía que se encarga de analizar las denuncias contra su comportamiento, como los abusos y la brutalidad que le achacan los manifestantes en su dispersión de las protestas. En cambio, sí creará una especie de «comisión de la verdad» donde invitó a representantes de todos los ámbitos ciudadanos a expresar sus ideas y opiniones sobre este verano caliente en el que Hong Kong ha estallado por los aires.

Protestas convertidas en guerrilla urbana
Tras derivar las demandas sobre la amnistía a los tribunales, que estudiarán cada caso según las pruebas que haya, Lam prometió sobre el sufragio universal «llevar a cabo las discusiones necesarias dentro del marco legal, y en una atmósfera que sea decisiva para la confianza mutua y el entendimiento y sin polarizar aún más a la sociedad». Y es que, tres meses después, las protestas que empezaron de forma multitudinaria y pacífica han derivado en una «guerrilla urbana» que cada fin de semana se enfrenta a la Policía para reclamar democracia al autoritario régimen de Pekín.

Antes de que Lam hiciera efectivo su anuncio, avanzado por los medios locales, la Bolsa había subido en torno al 3 por ciento confiando en que la medida sirviera para rebajar la tensión y empezar a solucionar la crisis, la más grave que sufre la antigua colonia británica desde su devolución a China en 1997. Pero los manifestantes, que han radicalizado su postura con protestas cada vez más violentas, exigen el cumplimento de sus cinco demandas.

Durante estos tres meses, Hong Kong se ha visto atrapado en una espiral de protestas masivas y choques con la Policía antidisturbios, protagonizados en su mayoría por jóvenes y adolescentes que forman parte de una nueva generación muy activa políticamente. Aunque Carrie Lam se había negado hasta ahora a retirar definitivamente la ley, que en su opinión estaba ya «muerta», la parálisis del Gobierno por su dependencia del régimen chino ha llevado a una peligrosa polarización de las posturas. Ante la falta de respuesta de las autoridades, buena parte de la sociedad hongkonesa entiende, o incluso apoya, el uso de la violencia para presionar al Gobierno.

Ni las advertencias de Pekín, que ha amenazado con enviar las tropas de la Policía Armada, ni la «mano dura» de la Policía han frenado la agitación social. En una grabación filtrada el lunes a la agencia Reuters, Carrie Lam reconocía en un encuentro privado con empresarios que había causado un «caos imperdonable» a la ciudad y que dimitiría si pudiera, pero su capacidad de maniobra era limitada porque las protestas eran ya un asunto que afectaba a la seguridad nacional y soberanía de China y todo dependía de Pekín. Ayer, la jefa del Gobierno negaba que quisiera dimitir e insistía en su postura. Pero la sorpresa ha saltado este miércoles con la sorprendente retirada de la ley de extradición, que tantos problemas ha desatado en Hong Kong.