El padre de la programación lineal fue George Bernard Dantzig (1914-2005), un profesor, físico y matemático estadounidense. Uno de los mejores matemáticos de la segunda mitad del siglo pasado.
De casta le venía al galgo, ya que su padre fue un matemático ruso de cierto prestigio que trabajó en la capital francesa con Poincaré. La fortuna sonrió a la familia cuando decidió emigrar a Estados Unidos en busca de oportunidades.
Dos problemas imposibles
Se cuenta que cierto día de 1939, mientras GB Dantzig realizaba el doctorado en la Universidad de Berkeley se retrasó en la asistencia a una de sus clases, algo que no debía de ser muy inusual en él. Se encontró con el aula vacía y con dos problemas garabateados en la pizarra. Aquello no le sorprendió lo más mínimo, ya había sucedido en otras ocasiones.
Su profesor de matemáticas, Jerzy Neyman, solía dejar anotados dos problemas para que los alumnos tratasen de resolverlos en casa y lo entregasen al comienzo de la clase siguiente. Dantzig sacó papel y bolígrafo y anotó ambas tareas. Como más tarde él mismo reconocería, le parecieron más difíciles que de costumbre, pero no imposibles.
Tuvo que dedicarle un esfuerzo adicional, pero finalmente consiguió resolverlos. Al inicio de la clase siguiente los dejó en la mesa del profesor, que le debió de mirar con cierta extrañeza.
Lo que no sabía el ínclito alumno era que durante los primeros minutos de la clase el profesor había explicado que aquellos dos problemas estadísticos estaban aún sin resolver. Su intención no era que los solucionasen, simplemente que los alumnos tuviesen conocimiento de su existencia. La impuntualidad había ayudado a Dantzig a resolver dos problemas estadísticos que habían mantenido en jaque a las mentes más doctas del planeta.
Pasaron seis semanas hasta que el profesor Neyman se presentó un domingo, a primera hora de la mañana y sin aviso previo, en el domicilio de Dantzig. Con la emoción contenida, explicó a su alumno que acababa de enviar la respuesta para su publicación.
De esta forma Dantzig entraría en el olimpo de los matemáticos.
Dantzig en la ficción
Esta historia no pasó desapercibida a los guionistas de Hollywood y la llevaron a la gran pantalla, eso sí, con ciertas licencias y… con no menos errores.
La película en cuestión se titula «El indomable Will Hunting» (1997) y cuenta con un reparto excepcional: Matt Damon, Robin Williams y Ben Affleck. El protagonista es un joven Will, uno de los ordenanzas de la universidad, que encuentra anotados los problemas en la pizarra mientras barre el aula.
El teorema que aparece al principio de la cinta no es el de Percival, sino el de Parseval; el problema que resuelve Will es la teoría de grafos, no el análisis de Fourier y, quizás lo más llamativo, es que se indica que Einstein era suizo, en lugar de alemán.
Al margen de los errores de la película, hay una cuestión que subyace en la mente de los espectadores cuando llegan los créditos finales: si Dantzig hubiese sabido que los problemas no eran una tarea sino dos cuestiones sin resolver… ¿Se habría desanimado ante la dificultad? ¿No habría aspirado a resolverlos?
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.