Con una población de más de 1.600 habitantes, están localizados entre los países de Brasil y la Guayana Francesa, siendo el primero el que más indígenas acoge. En concreto, se encuentran en la confluencia de los ríos Camopi y Oyapock y las cuencas de los ríos Amapari y Carapanatuba. Acostumbrados a vivir entre naturaleza, los waiapi se autodenominan los guardianes de la Amazonia.
Esta tribu aún vive de la caza, la pesca y la agricultura, visten con taparrabos rojos y pintan sus pieles con colores negros y rojos. Hablan el idioma waiapi, que se encuentra dentro del grupo de lenguas tupí-guaraní. A pesar de ello, en casi cualquier tribu se puede encontrar a un pequeño grupo de personas –unas cinco o diez, en su mayoría hombres– que hablan portugués casi a la perfección.
Tras décadas viviendo en el estado brasileño de Amapa, sus vidas comenzaron a verse alteradas en 1973, cuando el gobierno brasileño construyó una carretera que permitió a cazadores y mineros a acercarse a esta población. Esto tuvo consecuencias fatales, ya que introdujeron enfermedades como el sarampión y empezaron a ver peligrar su hábitat.
La amenaza a la que se enfrentan
Ahora, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha dicho que cree que se ha dado «demasiada tierra» a las comunidades indígenas y que las mismas se interponen en el camino del desarrollo y el crecimiento financiero de Brasil. También ha añadido que quiere sacar a las tribus de las áreas demarcadas e «integrar a los indígenas a la sociedad».
Con esto, Bolsonaro pretende sacar a la tribu de su territorio y abrir la veda a los mineros para explotar depósitos inactivos de cobre, hierro y oro que actualmente se encuentran cerca de sus hogares. «Hay lugares donde podríamos estar produciendo cosas y no podemos porque no se puede trazar una línea recta sin tropezar con tierras indígenas o un área ambientalmente protegida», dijo Bolsonaro hace apenas diez días en Brasilia.
El país cuenta con una población de 900.000 indígenas, aproximadamente el 0,5% del total de los habitantes. Para ellos está reservada el 13% del terreno, que está considerado legalmente tierra indígena. Si finalmente estos territorios dejan de tener protección, conllevará no solo a la pérdida de bosque y su riqueza natural, sino también de la población indígena que, al verse forzada a abandonar su entorno, dejará atrás sus tradiciones y su cultura.