Estados Unidos vuelve al sur

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El régimen de los ayatolás parece estar dispuesto a tensar la frágil cuerda de la paz, mientras no se rompa. La captura del petrolero británico Stena Imperio, en represalia a la incautación previa de un buque iraní en Gibraltar, ha encendido las alertas dentro y fuera del Golfo Pérsico. El «incidente» se produce mientras Estados Unidos recupera territorio amigo en Latinoamérica y busca apoyos en Europa.

Hubo un tiempo, bastante reciente, en el que Teherán veía en Latinoamérica un nuevo mundo donde expandirse. Los gobiernos bolivarianos y aquellos condescendientes, como el de Michelle Bachelet, recibían con los brazos abiertos las visitas de las delegaciones del Gobierno iraní. En agosto del 2016, el canciller Mohamad Yavad Zarif fue en visita oficial a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Chile. El «irrompible lazo político», según sus palabras, con estos países tuvo una frontera vetada: Argentina. El flamante presidente, Mauricio Macri, a diferencia de su antecesora, no perdona el atentado de 1994, a la sede de la AMIA. Irán está considerado por la justicia argentina el cerebro -y algo más- del bombazo adjudicado a Hezbolá que mató a 86 argentinos y dejó decenas de heridos.

Los nuevos vientos sudamericanos arruinaron la ilusión de Irán y abrieron las puertas al regreso a la región de Estados Unidos, un país que se esfuerza, desde hace décadas, en corregir sus errores y abusos de los años 70.

Mike Pompeo participó hace unos días en la segunda reunión hemisférica contra el terrorismo en Buenos Aires. El secretario de Estado, con Argentina, Brasil y Paraguay, países que comparten la Triple Frontera (refugio financiero y de reposo de Hezbolá) creó el grupo de coordinación antiterrorista. «Entramos en una nueva era de cooperación entre Estados Unidos y los países Latinoamericanos», celebró. Nadie le llevó la contraria.