La reconstrucción de Notre Dame, empantanada y con riesgos

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En la mejor tradición burocrática nacional, la reconstrucción de la catedral de Notre Dame no han podido comenzar tres meses después de un trágico incendio, empantanados en un rosario de debates parlamentarios y proyectos de gestión los trabajos.

A las pocas horas de estallar el dramático incendio, el 15 de abril pasado, el presidente Emmanuel Macron lanzó un llamamiento a la unidad nacional, anunciando que el inmenso monumento estaría reconstruido en un plazo de cinco años.

Pocos días después, se contabilizaron más de 800 millones de euros de posibles donaciones, encabezadas por las grandes fortunas de Francia.

Tres meses después
Continúan los trabajos de «consolidación» de la arquitectura de la catedral. Antoine-Marie Préaut, conservador regional de los monumentos, afirma que todavía es «muy pronto» para evitar una catástrofe: «Los riesgos de hundimiento de las torres siguen siendo altos. No podemos descartar nada. Debemos prolongar las tareas de consolidación». Tarea que puede prolongarse varios meses, antes de comenzar la reconstrucción propiamente dicha.

Al día de hoy, los primeros trabajos han costado 20 millones de euros. Y solo se tiene constancia de un 10 % de las donaciones prometidas.

Mientras tanto, la Asamblea Nacional (AN) y el Senado llevan varias semanas de debates, para intentar aprobar la futura Ley que controlará la financiación y reconstrucción de Notre Dame.

Gobierno y oposición, de izquierda y derecha, aprueban los grandes objetivos prometidos por Macron. Pero hay gran división de opiniones sobre el alcance exacto de Ley, que tiene previsto un largo rosario de «derogaciones», con el fin de poder acelerar los trabajos, cuando llegue el momento.

En su día, estaba previsto aprobar la Ley antes de las vacaciones veraniegas. Las idas y venidas parlamentarias, entre la AN y el Senado, han prolongado los trabajos.

Mientras tanto, decenas de millares de turistas de cinco continentes van y vienen por las inmediaciones del monumento religioso y cultural, convirtiendo el lugar en un inmenso «zoco multicultural».