cinco veces menor
que los 300.000 millones del comercio que el año pasado hubo entre China y los países latinoamericanos, Tokio subraya la mayor importancia estratégica que está dando a América Latina ante el avance chino en el Hemisferio Occidental.
Incluso en términos de créditos públicos, Japón ha aumentado sus aportaciones. El Japan Bank for International Cooperation (JBIC) financió en 2018 proyectos en Argentina, Brasil, México y Centroamérica por valor de 1.300 millones de dólares, como indica el informe «Japón y ALC: el avance de relaciones en una era de incertidumbre», del «think tank» Diálogo Interamericano. China otorgó el año pasado en la región créditos por valor de 7.700 millones, pero si se descuentan los 5.000 millones dirigidos a Venezuela, que se destinan a compra de petróleo, el resto de países recibió solo el doble de lo aportado por Japón.
Ese interés estratégico fue destacado en su última visita a Washington por el director general para Latinoamérica y el Caribe del Ministerio de Exteriores japonés, Takahiro Nakamae, quien sugirió la intención de su Gobierno de marcar de cerca la influencia china en el Pacífico y el Índico.
Según el informe de Diálogo Interamericano, «la importancia estratégica de la región para Japón ha crecido al ritmo del ascenso global de China». Si bien Latinoamérica «no está directamente implicada en las disputas marítimas que se están dando en Asia, Japón se ha dado cuenta de la importancia del diálogo sobre políticas con los gobiernos latinoamericanos, especialmente cuando China establece una creciente presencia global, con numerosos proyectos de puertos en marcha solo en Latinoamérica y el Caribe».
Es interés de Tokio asegurarse de que la gestión de terminales portuarios en el litoral americano por parte de China no limitará el movimiento de buques japoneses y de otros países. Con el fin de proteger la libertad de navegación, «puede haber la necesidad de mejorar las capacidades para cumplir el ordenamiento marítimo en la región», declaró Nakamae en Washington.
Asociación económica
La relación de Japón con Latinoamérica viene de lejos. Es el socio comercial asiático más antiguo de muchos países americanos, en la que viven más de dos millones de personas de origen japonés. Desde hace tiempo grandes empresas industriales japonesas trasladaron a Latinoamérica parte de su producción, como ocurrió con la presencia de Nissan y Toyota en México antes incluso de la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre este país, Estados Unidos y Canadá que facilita la exportación de vehículos al mercado estadounidense. Ese acuerdo facilitó después la instalación también de otras compañías automovilísticas, como Honda y Mazda, si bien su reciente reformulación, con una obligada subida de salarios en México, puede llevar a la marcha de parte de esas inversiones.
Japón tiene acuerdos de asociación económica con Chile, México y Perú y ha negociado otro con Colombia. Cuenta asimismo con aumentar su relación con varios de esos países a través del acuerdo transpacífico TPP-11 y de una aproximación a la Alianza del Pacífico. Además, su sector empresarial ha mostrado interés en una asociación con Mercosur, sobre la que el Gobierno nipón aún no se ha pronunciado pero que podría explorarse tras el acuerdo alcanzado entre Mercosur y la Unión Europea. Precisamente entre las últimas inversiones japonesas anunciadas hay plantas de producción en Argentina, Brasil y Paraguay.
Geopolítica
Tokio está viendo con intranquilidad la expansión de la influencia global de China por el temor a que esta pueda interferir, en caso de conflicto, en el acceso por mar a fuentes de energía y otros recursos vitales para Japón. Con la colaboración de EE.UU. y Australia, y el apoyo menos comprometido de India, ha puesto en marcha la Estrategia por un Indo-Pacífico Libre y Abierto, que tangencialmente incluye también el Hemisferio Occidental.
En 2014 el primer ministro Shinzo Abe hizo una gira por cinco países latinoamericanos para presentar su programa de cooperación «¡¡Juntos!!», cuyos aspectos volvió a enfatizar durante su visita en 2018 a Argentina con motivo del G-20.
El gran salto de la relación comercial entre Japón y Latinoamérica se produjo entre 2003 y 2008. La crisis financiera mundial provocó una caída en 2009, de la que luego se ha estado recuperando, con un bache en 2016 ya corregido. A lo largo de este tiempo el superávit comercial de Japón se ha ido reduciendo hasta llegar los dos últimos años a una paridad de importaciones y exportaciones.
El informe de Diálogo Interamericano destaca las posibilidades que pueden abrirse para la inversión de infraestructuras en Latinoamérica a través de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional puesta en marcha por Estados Unidos en 2018 «para proveer una alternativa a iniciativas estatales» en mercados emergentes. Se trata de un instrumento que busca promover la inversión de empresas privadas que pueda competir con las inversiones estatales chinas en Asia, África o Latinoamérica. Japón ha informado un memorándum de entendimiento para participar en la iniciativa.