Poesía para la Guerra Santa

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Osama bin Laden escribía poesía. Su sucesor y actual jefe de Al-Qaida, Ayman al-Zawahiri, se considera un poeta. Y, aunque a nuestros servicios de inteligencia occidentales les ha costado años darse cuenta de ello, la poesía yihadista es un arma fundamental en la batalla por conquistar el corazón de los árabes.

La doctora Elizabeth Kendall es Senior Research Fellow en Estudios Arábigos e Islámicos del Pembroke College en la Universidad de Oxford. Una mujer de sonrisa pícara, dicharachera, divertida, de piel muy blanca y pelirroja, con ojos penetrantes y exposición cautivadora. Empieza a declinar poemas yihadistas con ritmo y fuerza y al final de cada verso repite la última palabra lanzando el puño derecho hacia el cielo. «Así es como diseminan su doctrina -me explica. Poemas muy fáciles de memorizar, con musicalidad, porque la poesía es fácilmente retenida en la memoria colectiva y puede ser transmitida oralmente, sin ningún coste y sin tecnología».

Durante años las fuerzas occidentales intervenían manuales de combate a los yihadistas en los que podían explicar cómo tomar una posición estratégica o cómo hacer explosivos. Eran manuales en los que aparecían diseminados poemas. Los traductores de esos manuales en los servicios de inteligencia occidentales volcaban el contenido de las instrucciones guerrilleras e ignoraban el valor de los poemas limitándose a decir: «A continuación, un poema» que no era traducido. La doctora Kendall ha conseguido concienciar sobre su relevancia: son los verdaderos instrumentos de la yihad. De hecho esta poesía prolonga una larga tradición de versos empleados para promover una agenda política que en el mundo árabe tienes raíces preislámicas, según Kendall. «La evidencia no sostiene la noción -en la que algunos creen- de que el Profeta Mahoma insultara a los poetas llamándolos mentirosos o magos. Al contrario, hay mucha evidencia de que Mahoma entendía bien el poder de la poesía y la usó para difundir la nueva religión del Islam».

La poesía hoy se usa especialmente en zonas de baja penetración de la red y con gentes casi iletradas. Su ritmo y sus rimas están orientadas a penetrar zonas rurales. La doctora Kendall se ha movido durante años por la región de Al-Mahra en Yemen, hablando con una muestra de más de 2.000 hombres y mujeres. Para el 74 por ciento de los encuestados, la poesía es importante o muy importante en su vida. Si la muestra es sólo de hombres, el porcentaje se eleva al 82 por ciento. La poesía da al yihadista un marco de legitimidad y autenticidad. Casi toda la poesía está compuesta en árabe clásico y no en dialectos locales, lo que la hace útil en todo el mundo árabe. Y se identifica al suicida de hoy con formas clásicas de vida. Así, se compara al hombre bomba con el rayo, el trueno, un torrente, una inundación o un volcán. Realidades que los campesinos iletrados conocen bien y de cuya fuerza son conscientes. Y se hace un llamamiento a los valores tribales del honor y la vergüenza. He aquí un ejemplo recopilado en «La Voz de Osama a la Gente de Valor».

¿Dónde estás cuando la Comunidad de Mahoma arde en llamas?

¿Dónde estás cuando la dignidad grita a los hijos de la Cruz?

¿Dónde estás mientras Jerusalén es capturada y violada una y otra vez?

En el contexto de agravios locales como los daños causados por un dron «la noción de sentirte parte de una batalla global apocalíptica entre los musulmanes y los “hijos de la Cruz”, cristianos y sus aliados judíos, empieza a parecer real», afirma Kendall con una fuerza seductora en su expresión. Cuesta imaginarla viviendo entre las tribus. Pero sus argumentos son muy convincentes.