Con un estilo de vida que sigue siendo un misterio, este hallazgo podría ayudar a recopilar nuevos datos sobre la cañabota, que suele encontrarse a unos 2.500 metros de profundidad. No obstante, puede alcanzar aguas menos profundas para alimentarse.
El equipo científico, liderado por biólogos de la Universidad Estatal de Florida, viajó a las Bahamas para encontrarse con el escualo. Tras sumergirse con un submarino, logró su objetivo, tal y como han publicado en Facebook.
A diferencia de sus parientes, que tienen cinco branquias, este tiburón tiene seis branquias, una característica que muestra su naturaleza primitiva, una reliquia de sus ancestros del periodo Jurásico.
La cañabota puede alcanzar los 8 metros de longitud y pesar más de 1.000 kilogramos. Tiene un cuerpo voluminoso y unos luminosos ojos verdes, y suele vivir en las profundidades de océanos tropicales y templados. Se cree que se alimenta de peces, crustáceos, otros tiburones menores y también de carroña. Se cree que estos tiburones pueden llegar a vivir 80 años.
La misión «OceanX» ha destacado en su blog
la importancia del marcado mediante dispositivo GPS del tiburón. «Esto es histórico por una variedad de razones. Ahora que hemos comprobado que este método puede funcionar para la cañabota, podemos desbloquear el mundo de los habitantes de aguas profundas del leviatán y obtener información importante sobre su movimiento y comportamiento».