Gérard Depardieu vende todas sus propiedades en Francia: «Aspiro a ser libre»

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«Monstruo» terrible del cine francés, Gérard Depardieu acelera la venta de sus «activos» y propiedades en Francia, afirmando que desea «vivir otras vidas».

Depardieu vendió el mes pasado el restaurante La Fontaine Gaillon, que había comprado en 2003, cuando vivía en pareja con la actriz Carole Bouquet. La cava, el mobiliario, la cocina y el decorado del restaurante, situado en el corazón histórico de París, serán subastados para poner fin definitivamente a esa experiencia, sin pena ni gloria.

El actor ya vendió hace algún tiempo una pescadería y una tienda de comestibles de gran lujo, muy próximas la hotel particular del actor, que lleva varios años a la venta, al precio fuerte: 50 millones de euros, sin encontrar cliente, por ahora. El actor no tiene prisa en vender, pero no desea bajar el precio de una residencia instalada con mucho lujo, en un barrio relativamente periférico, el distrito XV de París. Detalle que no entusiasma a los eventuales clientes.

Depardieu tiene viñedos en propiedad, en Francia e Italia. El actor estudia una fórmula que pudieran «liberarlo».

Se instaló hace años en Bélgica, no lejos de la frontera francesa, donde se beneficia de un régimen fiscal privilegiado.

Pasaporte de Rusia
En su día,
Vladimir Putin le ofreció al actor francés nacionalidad y pasaporte ruso. Pero Depardieu nunca ha «renegado» de Francia. La liquidación de sus propiedades francesas no obedecería forzosa ni completamente a razones fiscales.

El actor declara: «Soy francés. Amo Francia y su cultura. Pero deseo vivir otras vidas, ser libre…». Depardieu no razona con precisión su concepto de «libertad». Pero sus amigos íntimos intentan explicarlo con muy diversas razones. El oficio de «empresario» aburre al actor. Las tareas del «gestor» de un patrimonio muy diversificado no le «entusiasman». Las idas y venidas internacionales de su trabajo le «roban» un «tiempo precioso». Las «disputas» y decisiones que un propietario debe tomar, con frecuencia, están «muy alejadas» de su ambición a una «libertad absoluta».

A quienes le reprochan una suerte de «retórica literaria», para ocultar razones mucho más prosaicas (intentar pagar menos impuestos), Depardieu responde de este modo: «Me importa un pimiento lo que piensen de mí. Pero no me gusta la manera en que los gobiernos franceses se gastan el dinero de los impuestos. Incluidos mis impuestos. Pero esa no es la razón de fondo: quiero pasar a otra historia. La vida no puede perderse con disputas absurdas».

Aparentemente, el actor se ha sentido engañado por algunos amigos o «amigos» que pudieron abusar de su confianza, embarcándolo en «negocios» que terminaron mal. Esperando vender al precio fuerte su hotel particular, en París, al precio fuerte, 50 millones de euros, Depardieu afirma aspirar una suerte de vida nómada: «La venta de mis propiedades no tiene nada que ver con Francia. Es cosa de la naturaleza humana. Quiero pensar que debiera quedar meridianamente claro. Amo Francia, amo la vida, amo la libertad. Punto».