En una cirugía en que los médicos no ven grandes riesgos, comparados a los que ya enfrentó, el excapitán del Ejército, informó en su cuenta Twitter la determinación de los cirujanos que lo dejará en recuperación por diez días, a partir del próximo sábado cuando será sometido al procedimiento. La fecha, que coincide con las celebraciones de la independencia nacional, también marca el primer año de la puñalada.
«Es común que se desarrolle una hernia donde se ha realizado una cirugía abdominal», explicó el doctor, Leandro Echenique, uno de los médicos de Bolsonaro. La operación será realizada en el Hospital Israelita Albert Einstein, uno de los centros de referencia en Brasil, donde ya realizó dos intervenciones, sin contar la primera, que le salvó la vida, en un hospital público de Juiz de Fora.
Bolsonaro, de 64 años, fue sometido en setiembre a dos cirugías, una en Juiz de Fora, y otra en São Paulo, a una cirugía de reconstrucción intestinal, que lo obligó a cargar durante meses, incluso durante su investidura presidencial, una bolsa de colostomía, que fue retirada en la tercera intervención, en enero.
El autor de la puñalada, el mesero y albañil, Adélio Bispo de Oliveira, fue absuelto en junio después que un juez corroboró que tenía problemas mentales, determinando su internación psiquiátrica. La decisión fue cuestionada por Bolsonaro, que insiste en haber sido víctima de un atentado encomendado.
Popularidad en declive
Una encuesta Datafolha, del diario Folha de São Paulo, concluyó que la desaprobación al presidente aumentó al 38% en agosto, desde el 33% en julio, mientras que la aprobación cayó del 33% al 29%, resultado también de su mala gestión en la solución de los incendios amazónicos.
La desaprobación rápida de Bolsonaro, tras sólo ocho meses de Gobierno, es la más veloz en la historia democrática brasileña, de un presidente en un primer mandato, incluso peor que Fernando Collor (1990-92) y Dilma Rousseff (2009-16), que fueron destituidos de sus cargos por el Congreso.
La desaprobación de Bolsonaro aumentó principalmente en la región nordeste, donde los que consideran su Gobierno malo o muy malo subieron al 52% en agosto desde el 41% de julio. La caída coincide con declaraciones ofensivas del presidente con los habitantes de esa área, que es la más pobre del país.
La presión internacional con los incendios amazónicos también dañaron su imagen. Un 51% de los encuestados consideraron mala o muy mala su conducción del caso, así como la decisión de nombrar a su hijo, Eduardo, como embajador de Brasil en Washington, principal puesto diplomático.
Bolsonaro también perdió apoyo entre los más ricos y entre quienes tienen más estudios. Ya un 44% de los brasileños declaró que «nunca» confía en lo que dice el presidente, y sólo un 19% de los encuestados confía «siempre».