El autoritarismo se apodera de una Centroamérica cada vez más populista

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Centroamérica vive sus horas más oscuras en décadas. El último acto lo presenció Guatemala, con el encarcelamiento de uno de los periodistas más críticos. Se trata de José Rubén Zamora, director de ‘El Periódico’, quien días antes había denunciado algunos señalamientos de corrupción del Gobierno de Alejandro Giammattei. El pasado miércoles fue presentado ante el juez por el supuesto delito de «lavado de dinero» , que para él no es nada más que un montaje ejecutado por el presidente. «Libertad es cuando un hombre libre decide decir que no de manera categórica a los abusos y excesos de poder. A la luz de esa reflexión quisiera decirles que este es un mensaje diseñado, premeditado, ejecutado con eficacia desde el presidente y la fiscal general (Consuelo Porras)», reiteró Zamora el mismo día en que fue presentado ante el juez Freddy Orellana por los señalamientos que se le imputan . Tiziano Breda, analista de la organización Crisis Group, quien se encarga de buscar soluciones pacíficas para los conflictos políticos, aseguró a ABC que con la llegada de Giammattei se han debilitado los juzgados en los que operaban los jueces más competentes. «El blanco siguiente pasa a ser claramente la prensa, porque ha sido la que más beligerante se ha mantenido y la que, efectivamente, desde ‘El Periódico’ en particular, ha puesto a la luz en los temas de corrupción», explicó el experto. El empresario de medios fue arrestado en Ciudad de Guatemala el 29 de julio, lo que generó una ola de indignación nacional. También elevó la parada en una región que, según analistas consultados, cada vez más muestra una tendencia hacia el autoritarismo. « Son niveles que no habíamos visto desde el siglo pasado , cuando toda la región estuvo marcada por los conflictos armados, sobre todo en los ochenta», declaró a ABC el politólogo nicaragüense Pedro Fonseca, también experto en relaciones internacionales. «Históricamente, en Centroamérica, quienes compartimos los mismos problemas hemos sido Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua. Costa Rica siempre marcó una excepción. Ahora mismo, parece que Costa Rica quiere también alinearse un poco con sus homólogos centroamericanos, lo cual presta un precedente bastante peligroso», agregó el experto, quien hace referencia a la figura del polémico Rodrigo Chaves, el nuevo presidente costarricense que ha mostrado tintes populistas desde antes de haber ganado la elección en una segunda vuelta. Chaves es una figura controvertida, pues representa la ruptura de la tradición. Los analistas lo toman como un pragmático, que velará por la golpeada economía costarricense y se alejará un tanto del enfoque de derechos humanos y bienestar social que sostenían los gobiernos del pasado. Pero Chaves y Giammattei no son, de momento, las mayores preocupaciones en Centroamérica . Ortega y Bukele El régimen de Daniel Ortega en Nicaragua es uno de los ejemplos de autoritarismo más extensos en la región. Con la llegada del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de Ortega, las libertades del país fueron en declive. La primera en ser víctima del líder sandinista fue la prensa independiente a través de ataques verbales y supuestas investigaciones de lavado de dinero, como hoy sucede en Guatemala y El Salvador. «Podría considerarse el caso de Nicaragua como una referencia en términos de poder blando para los demás países de la región. Es verdad que estamos experimentando a nivel global un contexto de crisis sucesivas en los que se debilitan los mecanismos de carácter internacional para poder hacerle frente a situaciones como la de Nicaragua, por ejemplo», agrega Fonseca. La falta de una postura «clara» por parte de la comunidad internacional hacia las violaciones a los derechos humanos que ejecuta Ortega ha sembrado un precedente que sirve de «aliciente» para algunos gobiernos de Centroamérica. «Se observa en otros países un patrón que es el mismo que ha iniciado Ortega desde su llegada al poder (en 2008) que tiene que ver con la censura a la libertad de expresión, el ataque violento a los medios de comunicación, luego la vulneración de los de los principales derechos políticos y civiles de la sociedad, hasta la cooptación del Estado en su máxima expresión», reiteró Fonseca. Mientras que en Nicaragua Ortega mantiene una persecución contra los curas de la Iglesia Católica que ha culminado con el encarcelamiento de dos sacerdotes y el asedio de un obispo (monseñor Rolando Álvarez), Nayib Bukele en El Salvador ha sometido al país a un régimen de excepción en el que permanecen suspendidas algunos derechos constitucionales. La inacción de un mundo que está atento a otras crisis ha permitido que los líderes de la región estén restringiendo libertades sin limitaciones La polémica medida fue aprobada el 27 de marzo y desde entonces ha sido ampliada en tres ocasiones. El país cumplió hace tres semanas sus primeros cien días. Bukele puso en la mesa esta estrategia tras un repunte de homicidios que enlutó al país en marzo . Desde entonces, las principales colonias del país han sido militarizadas por la Policía y el Ejército, quienes tienen órdenes de encarcelar a presuntos pandilleros. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil y de derechos humanos han alertado que, durante las redadas, también han sido procesadas personas inocentes. Bukele, quien llegó al poder con un discurso antisistema en 2019, se ha hecho con el control de todos los poderes del Estado y, gracias a ello, ha quitado los candados constitucionales para una posible reelección. Breda considera que este giro cuenta con algunas características similares que comparten los países a pesar de las diferencias ideológicas. Estas similitudes están presentes en los discursos. « Hay un creciente populismo en la región , palpable a la hora del discurso soberanista y nacionalista, en contra de la injerencia extranjera. Pero también creo que hay mucha atención a cómo va reaccionando cada uno de los homólogos en los distintos países. Y sobre todo, cómo reacciona la comunidad internacional ante determinadas acciones. Sin duda, Nicaragua es un marco de referencia en este tema», agregó. En un segundo plano Por su parte, Fonseca opina que la guerra en Ucrania ha provocado una falta de atención a la política interna de Latinoamérica . El foco en el conflicto armado relega a la región a un plano inferior. «Los problemas de países al margen, como Nicaragua, o incluso toda la región centroamericana, se convierten en una necesidad de segunda mano y no en una prioridad. Los graves problemas económicos resultantes de la guerra en Ucrania, el aumento de los precios del combustible, los pronósticos de recesión económica y luego las alianzas políticas, como lo estamos viendo ahora mismo entre Estados Unidos y Taiwán se convierte en un escenario en el que existe una necesidad de encontrar soluciones para la paz, así que la situación en otras regiones pasan a un segundo plano», reiteró el experto.