El príncipe heredero de Arabia Saudí, implicado en el «hackeo» a Jeff Bezos, según la ONU

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En la primavera de 2018, una cena en Los Ángeles acabó con un gesto amistoso y habitual entre dos comensales: un intercambio de números de teléfono. Los números que cambiaron de manos eran los de dos de las personas más poderosas del mundo: el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, y el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, fundador y controlador de Amazon. El príncipe saudí, conocido como MSB, estaba de visita en EE.UU. y su país albergaba planes de alojar tres centros de datos de la nube de Amazon, una inversión de unos mil millones de dólares.

El intercambio fue el desencadenante de una trama de espionaje y robo de datos en el que se mezclan intereses empresariales, tensiones internacionales, el asesinato del disidente saudí Jamal Khashoggi, relaciones extramatrimonial y las coberturas de uno de los principales periódicos de EE.UU. Según un informe de la ONU publicado ayer, MSB está relacionado con el «hackeo» del teléfono personal de Bezos, una operación en la que se robaron datos del multimillonario y que podrían estar relacionada con la cobertura sobre Arabia Saudí por parte de The Washington Post -que es propiedad del fundador de Amazon- y con la publicación de mensajes de texto y fotos de una amante.

Una compleja trama
El informe ha sido elaborado por Agnes Callamard, relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, y David Kaye, relator especial de la ONU para la libertad de opinión y expresión, y asegura que las pruebas forenses aplicadas en el teléfono de Bezos «sugieren la posible implicación del príncipe heredero en el espionaje de Bezos en un esfuerzo para influir, o incluso silencia, la cobertura de The Washington Post sobre Arabia Saudí».

Los autores del informe reclaman una investigación sobre el papel de MSB en el ataque al teléfono de Bezos y lo insertan en la «implicación continua, directa y personal y a lo largo de los años del príncipe heredero para atacar a quienes considera sus rivales».

MSB y Bezos guardaban intereses económicos comunes -los centros de datos que Amazon instalaría en el país de Oriente Medio-, pero las páginas del Post eran una china en el zapato. En la víspera de la cena en la que intercambiaron los números de teléfono, el disidente saudí Jamal Khashoggi, columnista del periódico, había atacado al príncipe heredero, al que reclamaba que «reemplazar las viejas tácticas de intolerancia con nuevas formas de represión no son la respuesta» y retrataba un país donde «simplemente la gente no se atreve a hablar».

Khashoggi moriría cinco meses después, en una visita al consulado de Arabia Saudí en Istambul, donde acudió a hacer un papeleo para su boda. Según varias investigaciones internacionales -CIA, ONU, justicia turca-, Khashoggi fue asesinado por un comando enviado desde Arabia Saudí, una operación en la que estuvo implicado MSB. El asesinato sacudió las relaciones entre Washington y Riad, pero Donald Trump apostó por no tensar la situación con un socio estratégico en el polvorín de Oriente Medio con el que además acababa de firmar contratos multimillonarios para la venta de armas.

Con un mensaje
Antes de que eso sucediera, Bezos recibió un mensaje a través de WhatsApp por parte de MSB, según han constatado medios como The Guardian y el propio Post. El mensaje incluía un vídeo promocional sobre el éxito económico de Arabia Saudí. Pero, oculto en el documento, también llegó un virus informático que permitía al remitente acceder a la información del teléfono.

Es muy probable que durante meses Bezos no supiera que su teléfono fue atacado. Pero en ese tiempo y sobre todo tras la muerte de Khashoggi, su relación con Arabia Saudí se tensó. Los numerosos artículos del Post sobre el asesinato, que incluían las sospechas de las agencias de investigación de EE.UU. de que MSB estuvo implicado, provocaron una oleada de ataques desde Riad contra el periódico y contra Amazon, incluida una campaña de boicot en redes sociales.

La prueba evidente que su teléfono había sido atacado llegó en noviembre de 2018, un mes después del asesinato del columnista. Bezos recibió una foto en su móvil. La enviaba, de nuevo, MSB. En ella aparecía una mujer que se parecía a Lauren Sanchez, una presentadora de televisión, y acompañaba la imagen con lo que los investigadores de la ONU califican como «mensaje sarcástico».

Dos meses después, en enero del año pasado, un tabloide cercano a Donald Trump, el National Enquirer, publicaba en exclusiva detalles íntimos sobre una relación extramatrimonial de Bezos con Sanchez, incluidos mensajes de texto entre ambos.

Aunque la editora de National Enquirer aseguró que obtuvo la información por el hermano de Sanchez, Bezos inició una investigación sobre lo ocurrido y su equipo concluyó que los saudíes habían conseguido acceso a su teléfono privado. También que David Pecker, el millonario que controla la editora, había desarrollado una relación cercana con MSB.

El informe de la ONU respalda esas conclusiones y exige que se investigue a MSB. El asunto pone más presión sobre el presidente de EE.UU., ante la posibilidad de un ataque al controlador de una de las mayores compañías del país, que tendría el mismo origen del asesinato de un columnista del Post que residía en un suburbio de Washington. El problema es que Trump tiene en este asunto algo en común con MSB: ambos consideran a Bezos un enemigo.