El juicio a Trump arranca por fin con la lectura de cargos al presidente de EE.UU.

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En un país joven como Estados Unidos, sin huella medieval, donde es difícil encontrar un edificio anterior al siglo XIX, que celebra más la reinvención que el pasado, este jueves se sintió el peso de la historia. Fue en el juicio a su presidente, Donald Trump, que arrancó en el Senado después de meses de investigación y votaciones en la Cámara de Representantes.

El tercer

impeachment

a un presidente de EE.UU. se inauguró con pompa y formas añejas. Los siete diputados demócratas elegidos por Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, para dirigir la acusación contra Trump, llegaron a la cámara alta un poco antes del mediodía. Atravesaron en procesión, con ceremoniosidad, los pasillos y vestíbulos del Capitolio que separan el Senado de la Cámara, sus cuerpos reflejados en el mármol, bajo la mirada de los retratos de los padres fundadores. Fue el mismo paseo que hicieron en la víspera, para entregar en la cámara alta los artículos del impeachment, los cargos por los que se juzgará a Trump por «graves delitos y faltas».

El grupo iba comandado por Andrew Schiff, que preside el Comité de Inteligencia de la cámara baja y dirigirá la acusación contra el presidente en el juicio del Senado. La entrada en el hemiciclo fue de alta gravedad, reunidos los poderes estatales de la primera potencia mundial: los senadores, los representantes de la acusación de la cámara baja y el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que dirigirá el juicio. El jefe del ejecutivo y acusado, Donald Trump, no estaba en la sala, lo que hubiera completado la cúpula de los tres poderes. Pero su nombre se oyó y su presencia se sintió cuando Schiff leyó los cargos ante el pleno del Senado, el pistoletazo de salida del juicio.

Un ritual con solera
«Hear ye, hear ye, hear ye» , gritó el sargento en armas del Senado, en un inglés arcaico, para pedir un silencio sepulcral. Sobre él se escuchó la voz de Schiff y, más tarde, las de los noventa y nueve senadores presentes (un legislador tuvo que ausentarse por un problema médico de un familiar) y la de Roberts. Todos pronunciaron un juramento para estas ocasiones, que se remonta a 1798, cuando el Senado decidió sobre el impeachment de un senador. También se escuchó en 1868 en el juicio a Andrew Johnson y en 1999 en el de Bill Clinton, los dos únicos presidentes que hasta ahora han sufrido un procesamiento como este.

«¿Jura solemnemente que en todo lo relativo al juicio para la recusación de Donald John Trump, presidente de EE.UU., ahora pendiente, hará justicia imparcial de acuerdo con la Constitución y las leyes, con la ayuda de Dios?», preguntó el senador republicano Charles Grassley a Roberts. «Sí, juro» fue su respuesta, y después el presidente del Supremo tomó el mismo juramento a los legisladores a unísono.

Mientras la ceremonia avanzaba en el Senado, Trump se centraba en su público: desde el Despacho Oval, anunciaba unas directrices para defender el derecho de rezar en colegios públicos, un guiño a su electorado evangélico.

Mientras tanto, su portavoz, Stephanie Grisham, trataba de enturbiar el arranque del juicio con acusaciones a los demócratas de los mismos cargos que enfrentará Trump: abuso de poder y obstrucción al Congreso. «Él está trabajando», dijo sobre el presidente. «Ellos están lloriqueando», añadió sobre los demócratas.