Entre ataques y contraataques, Biden vuelve a tomar el debate demócrata

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Joe Biden volvió a ser ayer la figura central de los debates entre candidatos demócratas a la presidencia de EE.UU. En el tercero de estos debates, el que fuera vicepresidente con Barack Obama recibió ataques de buena parte de sus adversarios, pero también fue a la ofensiva.

La cita tuvo lugar el jueves por la noche en Houston, la principal ciudad de Texas, y fue el mejor de los tres debates celebrados hasta el momento. En primer lugar, porque se celebró en una sola noche -en lugar de en dos rondas, como en las anteriores ocasiones-, con el número de participantes reducidos a diez, sin candidatos que van a tumba abierta porque apenas tienen posibilidades, y con mayor tiempo para las respuestas.

El formato permitió discusiones con mayor profundidad en temas como inmigración, control de armas o reforma de la sanidad pública. Este último, que se convirtió en una pieza central del ascenso del último presidente demócrata, Barack Obama, al poder, se llevó buena parte de la atención en la primera parte del debate y propició ataques fuertes entre candidatos.

Biden, que, lidera las encuestas desde el comienzo de la campaña y es el centro habitual de los ataques, utilizó la reforma sanitaria para golpear primero. Fue un ataque doble, bien preparado, contra los dos principales adversarios, según lo que marcan las encuestas: los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Ambos defienden el plan «Medicare para todos», que impondría un sistema de sanidad pública al estilo de los países europeos o de Canadá.

«Deberíamos tener un debate sobre sanidad. Sé que la senadora dice que ella está con Bernie», dijo sobre el apoyo de Warren al plan de Sanders. «Bueno, pues yo estoy con Barack, creo que Obamacare funcionó», dijo sobre la reforma del que fuera su presidente, una figura todavía muy popular en el electorado demócrata.

La idea de Biden es ampliar Obamacare y ofrecer un seguro público sin eliminar las opciones de seguro privado y atacó a los planes de Sanders y Warren, que eliminan la opción privada y consideró que serían imposibles de costear.

El momento más tenso
El tema sanitario también propició el momento más tenso de la noche. Julián Castro, que fue secretario de Vivienda con Obama, tuvo un rifirrafe con Biden sobre quién estaría o no incluido en su plan sanitario. Castro creyó, erróneamente, que Biden se había contradicho sobre su declaración anterior. «¿Te has olvidado de lo que has dicho hace dos minutos?», le espetó Castro, con una exclamación de incomodidad del público de fondo. «No me puedo creer que dijeras hace dos minutos que tenían que apuntarse al seguro y ahora dices que no. Te has olvidado»: El asunto sonó irremediablemente como un ataque a la edad de Biden -76 años- y a la percepción sobre que no tiene la agilidad mental necesaria para el cargo. O, antes que eso, para enfrentarse a Donald Trump en una campaña electoral.

Biden tiene una carrera política muy amplia, regada de decisiones que, en 2019, sirven como munición para sus adversarios. El ex vicepresidente quiso ayer adelantarse a uno que, más tarde o más temprano, le iba a caer: su apoyo como senador a la Guerra de Irak. Fue él mismo quien trajo a colación el asunto y reconoció que se equivocó en aquella decisión al apoyar al entonces presidente George W. Bush. Sanders, que entonces también estaba en el Congreso, no dejó pasar la oportunidad de atacarle: «La verdad es que el gran error y una de las grandes diferencias entre usted y yo es que yo nunca creí a Cheney (el entonces vicepresidente) y a Bush en lo que dijeron sobre Irak y voté en contra de esa guerra».

Todavía le cayeron más ataques a Biden. Los moderadores fueron duros sobre el pasado de Biden en inmigración: durante la presidencia de Obama, se disparó el número de deportaciones. Y Kamala Harris, una candidata con buen desempeño en anteriores citas para que en el último debate tuvo menos protagonismo, se enfrentó al favorito por el control del acceso a las armas. Harris ha prometido que si llega a la Casa Blanca impulsaría un decreto para prohibir la importación de los fusiles de asalto que se usan en algunas de las matanzas que han sacudido a EE.UU. en los últimos años. Biden ha defendido que es imposible. «Oye, Joe, en vez de decir ‘no se puede’ digamos ‘sí se puede’», en un guió al ‘Yes We Can’, el lema de campaña de Obama.

Las armas también protagonizó el otro momento memorable de la noche. El debate era en Texas, escenario de dos ataques masivos en el mes de agosto. Uno de los candidatos, Beto O’Rourke, es texano, y de la ciudad donde fallecieron 22 personas en un centro comercial, El Paso. «Por supuesto que sí, os vamos a quitar vuestros AR-15 y vuestros Ak-47», dijo en tono desafiante sobre los fusiles de asalto, ante una ovación del público.

El próximo debate será el 15 de octubre y se celebrará en Ohio.