Los científicos saben desde hace más de 250 años de la existencia de las anguilas eléctricas, que envían electricidad a través del agua para aturdir a sus presas. Ampliamente distribuidas en pantanos, arroyos y ríos en todo el norte de América del Sur, parecían pertenecer a una sola especie: Electrophorus electricus. Sin embargo, al relacionar el ADN, la morfología y los datos ambientales, y medir el voltaje descargado, los investigadores han concluido que las anguilas eléctricas deberían reclasificarse en tres especies que, físicamente muy parecidas, evolucionaron previamente de un ancestro compartido hace millones de años.
Las nuevas especies han sido denominadas E. varii y E. voltai. El nombre de la última, cuyas descargas son las más poderosas, rinde homenaje al físico italiano Alessandro Volta, quien inventó la batería eléctrica en 1799, basando su diseño, precisamente, en la anguila eléctrica.
Definida por el voltaje
«Utilizamos el voltaje como criterio clave de diferenciación. Esto nunca antes se había hecho para identificar una nueva especie», dice el investigador principal del estudio, Naércio Menezes, profesor titular e investigador del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (MZ-USP) en Brasil. Durante las mediciones de campo utilizando un voltímetro, los investigadores registraron una descarga de 860 voltios, la más alta encontrada en cualquier animal, para una muestra de E. voltai. El choque más fuerte registrado anteriormente era de 650 voltios.
David de Santana, del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano (Washington, EE.UU.), tuvo que meterse en muchos ríos para recolectar las anguilas eléctricas con fines de investigación y se llevó más de un susto. Como explica, por fortuna, la descarga de la anguila es de alto voltaje pero de bajo amperaje (aproximadamente 1 amperio), por lo que no es necesariamente peligrosa para los humanos.
Encuentro peligroso
A modo de comparación, una descarga eléctrica de una toma de corriente puede ser de 10 o 20 amperios. Si uno tiene la mala suerte de recibir una, es posible que no pueda sacar el dedo, en cuyo caso puede ser letal. Sin embargo, la anguila eléctrica no emite una corriente continua sino una corriente alterna (en pulsos), y su carga se agota después de una fuerte descarga. Su órgano eléctrico tarda un tiempo en recargarse. Aun así, un encuentro con un grupo de estos animales en el agua puede ser bastante peligroso. El shock no matará a una persona sana, pero puede ser peligroso si se tiene un corazón débil. También puede contribuir a una caída o ahogamiento.
«El shock aturde a la víctima. Es lo suficientemente fuerte como para ayudar a los peces a capturar presas o ahuyentar a un depredador», indica Santana. Curiosamente, la investigación realizada ha demostrado que las anguilas eléctricas se comunican para convocar grupos que pueden electrocutar una amenaza potencial. Al contrario de lo que se había afirmado previamente en la literatura científica, estos animales no son solitarios. Con frecuencia se asocian en grupos de hasta diez ejemplares durante la edad adulta.
Separación ecológica
Según el estudio, cada especie también tiene su propia distribución geográfica. El reconocido Electrophorus electricus, que alguna vez se pensó que estaba ampliamente distribuido en todo el continente, en realidad parece estar limitado a las tierras altas del escudo guayanés, una antigua formación geológica donde las aguas cristalinas caen sobre rápidos y caídas. Electrophorus voltai vive principalmente más al sur, en el escudo brasileño, una región montañosa similar. En esas regiones, el agua es menos conductora de electricidad por la menor cantidad de sales disueltas, así que los animales necesitan producir descargas más fuertes para capturar a sus presas. La tercera especie nada a través de las aguas turbias y lentas de las tierras bajas, donde las sales disueltas aumentan la conductividad del agua, favoreciendo la propagación de sus descargas eléctricas, que oscilan entre 151 voltios y 572 voltios.
Especies por descubrir
«Estos peces crecen hasta dos metros y medio de largo. Son realmente llamativos. Si puedes descubrir un nuevo pez así después de 250 años de exploración científica, ¿te imaginas lo que queda por descubrir en esa región?, se pregunta. Además, la Amazonía es de gran interés para otros campos científicos, como la medicina y biotecnología, lo que, según el científico, refuerza la necesidad de protegerla y conservarla.
La investigación tiene otra vertiente. Otros grupos están estudiando la posibilidad de utilizar estos resultados para analizar las enzimas producidas por los órganos eléctricos de las anguilas y determinar si pueden ser utilizadas en los fármacos para trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer o como un modelo para desarrollar baterías para prótesis y sensores implantados en humanos.