Esta noche India podría convertirse en el cuarto país en tocar la Luna, por detrás de Rusia, Estados Unidos y China (que este año se posó en la cara oculta), apenas cinco meses después del fallido alunizaje de la sonda israelí Bereshit. Entre las 22.00 y las 23.00, hora española, la misión Chandrayaan-2 (vehículo lunar en sánscrito), desarrollada por la agencia espacial india (ISRO), posará un aterrizador, de nombre Vikram, en una elevación situada junto a dos cráteres lunares, a solo 600 kilómetros del polo sur lunar. Después, el módulo desplegará un pequeño vehículo de exploración, de nombre Pragyan.
«Los instrumentos recogerán información sobre la topografía lunar, la mineralogía, la abundancia de elementos, la exosfera –su exigua atmósfera– e indicios de la presencia de hidroxilos y hielo de agua», afirma la ISRO en su página web.
Si el alunizaje tiene lugar con éxito, el orbitador seguirá funcionando alrededor de un año y centrará sus pesquisas en el polo sur del satélite, desde una altura de 100 kilómetros. Por otra parte, el rover y el aterrizador están diseñados para durar un solo día lunar, 14 días terrestres, antes de que llegue la noche y las bajas temperaturas congelen sus circuitos. Después, la ISRO tratará de revivir sus aparatos, aunque no están diseñados para ello.
Explorando el polo sur
El lander se llama Vikram, en honor de Vikram A. Sarabhai, padre del programa espacial indio, y está diseñado para comunicarse con el rover de exploración y la Tierra, después de posarse a una velocidad e 2 m/s. El rover apenas pesa 27 kilogramos y es poco más grande que un microondas. Con sus seis ruedas podrá recorrer hasta 500 metros, a una velocidad de un centímetro por segundo, gracias a a la energía suministrada por medio de un panel solar.
El orbitador lleva a bordo ocho instrumentos principales para mapear la superficie la luna, analizando su topografía y composición, así como estudiar la emisión de rayos X por parte del Sol y la presencia de agua en los cráteres del polo sur. Vikram llevará a cabo pruebas sismológicas, analizará las propiedades térmicas del suelo y estudiará la presencia de gas cerca de la superficie. Por último, Pragyan lleva dos avanzados espectroscopios para estudiar la composición del regolito del satélite.
En busca de agua en la Luna
Si todo va bien, este alunizaje será especialmente relevante porque hasta ahora ningún artefacto se ha posado tan al sur del satélite. Allí, la zona en sombra de los cráteres es mucho mayor, lo que facilita la acumulación de hidroxilos y hielo de agua.
Este hielo será clave para las próximas campañas lunares, que contemplan la opción de explotar este líquido para, incluso, fabricar combustible para cohetes. Además, se considera que estas moléculas son como un fósil con información sobre la juventud del Sistema Solar.
Además de esto, lo cierto es que las misiones anteriores, entre las que dominan las del programa Apolo, se limitaron a alunizar en una gran banda ecuatorial, lo que dificulta hacer estudios que permitan tener una visión de conjunto del satélite (imagínese lo que sería deducir cómo es la Tierra tan solo tomando muestras cerca del ecuador).
Chandrayaan-2 es una misión cuya inversión ronda los 150 millones de dólares, según Science. Su principal objetivo es detectar hielo de agua ya atisbado por otras misiones, entre las que está el orbitador Chandrayaan-1, antecesor de la actual misión.