El jefe político del M5E, Luigi Di Maio, cuya figura se ha debilitado mucho en el Movimiento, pretende ahora mostrar liderazgo haciéndose intransigente en las negociaciones sobre el programa de gobierno y carteras ministeriales. A Conte le ha dicho que algunos puntos «son imprescindibles, y si no se aceptan se va a unas elecciones», al tiempo que le ha entregado al primer ministro una nueva lista con 20 puntos, que incluyen una infinidad de temas, todos ellos desarrollados muy vagamente. Por ejemplo, uno de esos puntos se refiere a la «tutela de los animales: medidas para garantizar el respeto de los animales». La actitud de Di Maio ha sorprendido sobremanera al propio Giuseppe Conte y a los líderes del Partido Democrático, que han declarado que «el ultimátum es inaceptable».
A la espera de que el abogado Giuseppe Conte supere los obstáculos y pueda comenzar su nueva aventura, desde Bruselas llegan nuevos aires favorables a la nueva etapa política que se puede abrir en Italia. Así lo expresa el comisario europeo de Programación Financiera y Presupuestos, el alemán Günter Oettinger, miembro del partido de Angela Merkel: «Si cambian los tonos de Roma, se hará todo lo posible para facilitar el trabajo del nuevo ejecutivo». El comisario saliente se muestra partidario de compensar a Italia concediéndole flexibilidad presupuestaria. El nuevo Gobierno italiano, si nace, espera una ayuda con el problema de la inmigración, estableciendo un mecanismo de reparto automático de los inmigrantes rescatados, lo que ha sido confirmado por el comisario Oettinger: «Así la política de Salvini no tendrá ya lugar en el nuevo gobierno», ha dicho el dirigente alemán. Inmediata fue la réplica del líder de la Liga: «Bruselas está lista para hacer cualquier cosa por el nuevo Gobierno y recompensarlo. Si todavía hay alguien que no lo ha entendido, este gobierno no nace en Roma sino en Bruselas para dejar fuera al estorbo de Salvini».
Cabe destacar que en su primer discurso que hizo Conte al país tras recibir el encargo de formar gobierno, en ningún momento se refirió a la inmigración, aunque constituye un problema fundamental del país. No fue casual. Giuseppe Conte pretende, para dar imagen de nueva etapa y ruptura con la anterior, apagar la llama de la inmigración, que siempre tuvo encendida Matteo Salvini, hasta el punto de ser su obsesivo tema de campaña electoral. Su constante lema de que era necesario cerrar los puertos para frenar la invasión del país, caló entre los ciudadanos. Pero la invasión no solamente no existe, sino que además los italianos tienen una visión distorsionada. Según el Instituto Cattaneo, el 73 por 100 de los italianos exagera la presencia de los extranjeros en Italia, siendo el país europeo más hostil a este fenómeno. Concretamente, la mayoría de los italianos perciben que el porcentaje de inmigrantes en Italia alcanza el 25 por ciento, pero la realidad es que solo llega al 7 por ciento, según el Instituto Cattaneo.
El apoyo de la Comisión Europea y de las cancillerías europeas al nuevo Gobierno, así como de la Casa Blanca, responde a un diseño político, según coinciden diversos analistas en Italia. El objetivo es frenar al frente soberanista que Salvini pretendía extender a Europa. Italia fue considerada el primer laboratorio soberanista y populista con la alianza del M5E y la Liga. Su fracaso ha sido evidente.
«No os vais a librar de mí»
Fue imposible conciliar, a pesar de la firma de un contrato, el alma productiva que anima a la Liga -partido que gobierna en regiones del norte de Italia, donde está el 70 % de la industria del país-, con la idea del Movimiento 5 Estrellas que en la práctica solo promete subsidios al sur.
Ahora con el nacimiento del nuevo Gobierno -se espera que el juramento sea el próximo jueves-, el laboratorio en Italia será sobre cómo poder apagar la llama del soberanismo de Salvini. Todo es posible aún en esta loca y surrealista crisis italiana. El líder de la Liga, con la manifestación de protesta convocada para el 19 de octubre contra el nuevo gobierno, ya ha lanzado un claro mensaje: «No os vais a librar de mí». Pero las clases dirigentes europeas y nacionales quieren evitar a toda costa el soberanismo extremo de Salvini.