Las toxinas botulínicas están entre las sustancias más tóxicas producidas por seres vivos: la ingestión de apenas 1 ng/kg de la toxina botulínica tipo A es letal. Incluso pequeñas cantidades pueden provocar una dolencia, conocida como botulismo. Por ello, en caso de tener síntomas, los Centros de control y Prevención de Enfemerdades (CDCs) de Estados Unidos recomiendan solicitar atención médica inmediata.
Los síntomas del botulismo están relacionados con la debilidad o parálisis muscular. Si no se aplica tratamiento, en los peores casos puede provocar problemas respiratorios que pueden llevar hasta el fallecimiento. Sin embargo, el botulismo se trata a través de dos antitoxinas capaces de evitar que se produzcan daños. No se puede recurrir a un antibiótico porque no es la bacteria la que causa el daño, sino la toxina acumulada en los alimentos durante su crecimiento anterior, por ejemplo, en una lata de conserva.
Además, los médicos pueden aplicar respiración asistida y otros tratamientos hasta que el afectado recupere su capacidad respiratoria. Gracias a esto, menos de 5 de cada 100 afectados de botulismo mueren, según los CDCs.
Los síntomas del botulismo aparecen de 12 a 36 horas después de la ingesta de la neurotoxina, aunque en algunos casos se ha documentado la aparición de los síntomas hasta ocho días después. Eso sí, cuanto antes aparecen los síntomas, más grave es la enfermedad.
¿Qué síntomas produce?
Los primeros síntomas del botulismo son náuseas, vómitos, debilidad y mareos. Están seguidos por síntomas neurológicos, como visión doble o borrosa e incomodidades en la boca y la garganta, por ejemplo relacionadas con problemas para hablar, tragar, notar la boca seca u hormigueos en la lengua. La toxina también causa fatiga general, pérdida de coordinación muscular y dificultades respiratorias.
En algunos casos, puede llevar a síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal o diarrea. En las peores situaciones, puede provocar la muerte por fallo respiratorio, si el diafragma y el torso quedan totalmente paralizados.
Los niños que sufren botulismo pueden tener un aspecto aletargado, tener un llanto anómalamente débil y tener un tono muscular muy bajo.
¿Cómo actúa la neurotoxina?
Las toxinas botulínicas son proteínas con capacidad neurotóxica, producida por la bacteria Clostridium botulinum y las especies similares Clostridium butyricum y Clostridium baratii. El principal motivo por el que resultan perjudiciales es por su capacidad de interferir en la comunicación entre músculos y neuronas, motivo por el que producen parálisis y debilidad muscular.
Se puede decir que su efecto es el opuesto al que aparece con el tétanos, una enfermedad causada por las toxinas producidas por Clostridium tetani, y que causan rigidez muscular.
Una vez ingeridas, las toxinas botulínicas se unen a los terminales de las neuronas. Se introducen en sus cuerpos (somas) y bloquean la salida de unas vesículas que han de liberar el neurotransmisor acetilcolina. Esto interrumpe la señalización nerviosa y provoca la parálisis muscular.
Los microbios producen siete tipos diferentes de neurotoxinas, designadas de la A a la G, aunque solo la A, B, E y F le causan problemas a las personas. Cada una de ellas tiene variaciones en su estructura y secuencia, e interferen con distintas proteínas del interior de las neuronas.
¿Dónde se encuentra?
La bacteria C. botulinum vive en sedimentos de todo el mundo, normalmente sobreviviendo en forma de esporas, unas estructuras de resistencia. Las esporas son inofensivas, pero cuando la bacteria se reactiva y comienza a crecer, produce las neurotoxinas cuya ingesta resulta tan peligrosa.
C. botulinum crece cuando hay poco oxígeno presente y el medio no es muy ácido. Por ello, se desarrolla fácilmente en comida enlatada y preservada de forma deficiente, en la que no se han eliminado las esporas previamente, a través de calor y presión.
En origen, la neurotoxina estaba asociada a la comida enlatada de forma deficiente, pero más recientemente, las intoxicaciones detectadas se han producido por la ingesta de salsas sin refrigerar, patatas asadas envueltas en papel de aluminio, miel, ajo en aceite o preparados de pescado salado o fermentado.
Por ello, se recomienda no comer nada en latas abultadas por la acumulación de gases o que presenten mal olor, aunque este no siempre alerta de la presencia de este microbio. También se recomienda refrigerar los alimentos preparados en casa.
Uso en Botox y tratamientos médicos
Algunas variedades de la toxina botulínica se emplean como parte de tratamientos médicos contra espasmos, contracción excesiva de los músculos e incluso en tratamientos cosméticos, bajo el nombre comercial de Botox, entre otros.
La neurotoxina es un tratamiento eficaz contra arrugas faciales, en especial en el tercio superior de la cara, y sus efectos duran entre dos a cuatro meses. Esta consigue su efecto gracias a su efecto relajante sobre la musculatura, lo que alisa la piel entre tres y cinco días después de la inyección.
¿Por qué la bacteria produce la toxina?
Curiosamente, se desconoce por qué algunas bacterias del género Clostridium producen estas potentes toxinas, ya que estas no pueden crecer dentro de los animales. De hecho, las toxinas actúan en presencia de oxígeno pero las bacterias solo pueden crecer si no hay oxígeno presente.
Las toxinas están especializadas en atacar la maquinaria nerviosa de los animales. Su transmisión se suele producir a través de la ingesta de comida mal preservada, en el caso de los humanos, o al ingerir materia orgánica en descomposición (en el caso de los otros animales). Parece ser que los gusanos que se alimentan de cadáveres pueden acumular suficiente toxina como para sobrevivir pero matar a su depredadores.
La intoxicación puede ocurrir días o incluso años después de la muerte de las bacterias. Las neurotoxinas son excepcionalmente estables y resistentes a enzimas degradantes y a pH ácidos. Por ello, son especialmente eficaces a la hora de atravesar el tracto digestivo. Después, son transportadas por el torrente sanguíneo y la circulación linfática, y «engañan» al organismo de forma que pueden atravesar la barrera hematocencéfalica y llegar al sistema nervioso central.
Una hipótesis que explicaría por qué las bacterias producen esta toxina es que les puede resultar ventajoso matar a ciertos animales para favorecer su dispersión, generando algo así como fermentadores anaeróbicos a medida. Sin embargo, otros investigadores consideran que los microbios no consiguen ningún beneficio aparente fabricando estas potentes toxinas.