«No es como los materiales que se degradan lentamente durante un año, como los plásticos biodegradables con los que los consumidores podrían estar familiarizados. Este polímero desaparece en un instante cuando presionas un botón para activar un mecanismo interno o es golpeado por la luz solar», explica Kohl. Desarrollados para el Departamento de Defensa de los EE. UU., la intención es incorporarlos en los vehículos de reparto para que no haya necesidad de recuperarlos.
La clave para hacer que un polímero desaparezca o se rompa la llamada «temperatura de techo». Se trata del límite de calor que puede aguantar un polímero sin separarse en sus monómeros -que, a todo efecto, es su descomposición-.
Los polímeros comunes, como el poliestireno, tienen una temperatura de techo superior a la temperatura ambiente y son muy estables. E incluso cuando se calientan por encima de su máximo, algunos de estos materiales pueden tardar mucho tiempo en descomponerse. Sin embargo, con los polímeros de baja temperatura de techo, como los cíclicos que utiliza Kohl, solo se necesita que se rompa un enlace para que haya un efecto cascada y que la despolimerización ocurra de forma muy rápida. Es más, el proceso puede ser iniciado por un pico de temperatura desde una fuente externa como el Sol o una incrustada, o por un catalizador sensible a la luz que podría accionarse mediante control remoto.
Durante muchos años, los investigadores han intentado fabricar estos polímeros, pero no han tenido éxito debido a la inestabilidad de los materiales a temperatura ambiente. El grupo de investigación de Kohl en el Instituto de Tecnología de Georgia descubrió que podían superar este problema si tenían cuidado de eliminar todas las impurezas formadas durante la síntesis. Además, encontraron una serie de aldehídos, incluido el ftalaldehído, que forman fácilmente polímeros cíclicos. Una vez que habían optimizado la síntesis de este polímero, se centraron en formas de hacerlo desaparecer, lo que ha dado como resultado este novedoso marterial.