El salvaje asalto y la pasividad de la Policía, que apareció 35 minutos después y no detuvo a nadie esa noche, han encendido aún más a la mayoría de la sociedad hongkonesa. «Esto es inaceptable. En lugar de protegernos, la Policía no solo se ha unido a los matones, sino que no quiere que nos manifestemos», denunciaba una mujer de unos 40 años, apellidada Chin, que sostenía un cartel del segundo comisario de Yuen Long.
Por las redes sociales circulan vídeos y fotos de los agentes conversando con los atacantes de blanco tras el asalto, lo que ha provocado todo tipo de críticas por su dejación de funciones, cuando no connivencia. En medio de fuertes críticas, una docena de sospechosos han sido detenidos desde entonces, pero eso no ha calmado la agitación social. «¡La Policía conoce la ley, la Policía rompe la ley!», han gritado los manifestantes en el punto de inicio de la marcha, junto a la comisaría de Yuen Long. Sin que apareciera ningún agente, salvo los que se asomaban fugazmente por las garitas de la comisaría, la multitud ha cortado la calle y el carril del tranvía para avanzar en dirección a la estación de tren asaltada la semana pasada. Ante la ausencia policial, los empleados de la compañía de autobuses se han encargado de desviar el tráfico.
Protegiéndose del sol con paraguas, han inundado la calle bajo un calor asfixiante. Para esquivar la prohibición, algunos incluso llevan irónicas esquelas del ex primer ministro chino Li Peng, fallecido esta semana y más conocido como el «Carnicero de Tiananmen» por ordenar en 1989 el aplastamiento de las protestas pro-democráticas de Pekín. Al ser el duelo un acto religioso, sus participantes están exentos de pedir permiso a la Policía, como han venido haciendo desde el principio de la revuelta los grupos cristianos que cantaban «Aleluya» por las calles para dar cobijo a las manifestantes. Además, una famosa cantante de «pop cantonés» que apoya al movimiento, Denise Ho, ha prometido que vendrá por la noche a Yuen Long a firmar autógrafos.
Mientras tanto, cientos de jóvenes con camisetas negras, máscaras y cascos han rodeado su comisaría de Policía, donde han colocado un altavoz para increpar a los agentes y pegado pequeños papelitos amarillos de protesta. El objetivo es hacer de la reja de la comisaría un «Muro de Lennon», como se conoce a los murales con «post-it» reivindicativos que están proliferando por toda la ciudad en contra de la ley de extradición a China, suspendida pero no cancelada.
«Las protestas empezaron hace casi dos meses exigiendo la retirada de ese proyecto de ley y luego derivaron hacia la petición de una comisión de investigación de la fuerza policial, pero ahora piden un cambio del sistema porque el ataque ha demostrado que el Gobierno no puede gobernar», analiza para ABC Wong Yam-hong, columnista político del periódico «Ming Pao» y antiguo presentador de la radio pública RTHK. A su juicio, «lo que la gente reclama ahora, para 2020 o para ya, es democracia y pleno sufragio universal porque ha perdido su confianza en el Gobierno».
En medio de esta reivindicación política, la tensión sigue subiendo en Yuen Long, un distrito con abundante población a favor del régimen chino donde se teme un nuevo ataque de los mafiosos de las triadas o un enfrenamiento con los manifestantes