El líder opositor Alexei Navalni, detenido de nuevo esta semana por alentar a la protesta, había pedido a sus simpatizantes que se concentraran ante el Ayuntamiento para exigir la presencia de estos candidatos a los comicios del próximo 8 de septiembre.
Pero en términos generales, la protesta es un acto de presión sobre el sistema político ruso en general, en un momento en que la popularidad del presidente del país, Vladimir Putin, ha caído debido al descontento por una impopular reforma a las pensiones y por el descenso de los ingresos durante los últimos años.
El alcalde de Moscú, Sergei Sobianin, había alertado en redes sociales de que su Gobierno actuaría contra quienes amenazaran el orden público. «Atentos al ultimátum: Los disturbios no traerán nada bueno. El orden se mantendrá», afirmó en un comunicado. La Policía ha realizado un gran despliegue de seguridad por la protesta de este sábado.
Las autoridades electorales argumentan que los aspirantes han sido vetados porque no han conseguido las firmas suficientes para registrar su candidatura. Ellos, en cambio, denuncian un intento de los aliados del Kremlin para retener el control del Gobierno de Moscú.