FaceApp: ¿seguimos siendo demasiado confiados con las aplicaciones?

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En estos últimos días una aplicación llamada FaceApp ha causado revuelo por los permisos que requiere y por la intencionalmente vaga política de uso y tratamiento de los datos personales de sus usuarios. El asunto es que no es la única que lo hace y muy probablemente tampoco será la última. A menudo, muy a menudo, los servicios digitales ocultan bajo una extensa letra pequeña sus verdaderas intenciones. Textos legales farragosos que, pese a la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos que obliga a ser más comprensibles, no cumplen con ese propósito de transparencia muchas veces.

Tampoco favorece el hecho de que gran parte de los usuarios acepta los términos de usos sin leer previamente. La sensación es que la concienciación está calando cada vez más, pero es un trabajo lento. Pocos son los que realmente gestionan su privacidad en las redes sociales que más utilizan. Porque Facebook o Twitter disponen de configuraciones para evitar que la información publicada, por ejemplo, sea pública.

Pero tampoco suele pasarse por la cabeza de muchos usuarios que los contenidos que suben a estos servicios se pueden comercializar con terceros o pierden la responsabilidad. Son cuestiones aparentemente importantes que se suelen pasar por alto. Es más, uno podría atreverse a deducir que si se leyera atentantamente los términos de uso, más de uno dejaría de formar parte del círculo. Y sucede que puede más el ansia de la moda. Prima más, de hecho, obtener un provecho inmediato para estar dentro de la tendencia estos momentos (pasar el filtro de la edad y compartir el resultado en redes sociales) que los datos que se puedan exponer libremente. Valoramos, en realidad, poco la información que depositamos alegremente en los servicios digitales.

Vulnerando la ley
Afecta a la mayoría de plataformas de medios sociales, a infinidad de aplicaciones móviles. El escándalo de Cambridge Analytica comenzó con un simple juego en Facebook. Ahora, y pese a la desconfianza, es más fuerte la pertenencia a esta comunidad que la supuesta pérdida de abandonarla. ¿Vale la pena estar en la analizada-escrutada-monitorizada red de Mark Zuckerberg? Puede que algunas estimaciones apunten a que ha perdido actividad, pero la compañía sigue rompiendo récords de beneficio y usuarios en cada trimestre. Muchas empresas, por supuesto, se lo saltan a la torera y no cumplen con las exigencias legales en tratamiento de datos.

Aún así, la sensación es que los usuarios siguen siendo demasiado confiados. «Si utilizaste la aplicación aceptaste estar de acuerdo con todo ello. Lo cierto es que, si hubieras leído esto antes, seguramente no la habrías descargado, o quizás sí, pero ya lo habrías hecho sabiendo lo que ello implicaba», apuntan fuentes de la firma de seguridad Sophos, quienes dejan claro uno de los aspectos más relevantes en esta polémica: «es tan importante concienciarnos de que cuando damos permisos a una aplicación o cuando leemos un correo electrónico y hacemos clic en un enlace que puede ser fraudulento, podemos estar cometiendo un error que puede llegar a costarnos más de un disgusto».

Según el informe elaborado por IPSOS para Samsung, el 72% de los españoles se muestra preocupado por la seguridad en el móvil. Entre las principales preocupaciones, los usuarios consultados han destacado el acceso a información sensible como pueden ser los datos bancarios. Para el 87% de los españoles esa es la principal preocupación, seguida de fallos de seguridad en servidores con datos y claves con un 82% y el acceso a las claves de las tarjetas en un 79% de los casos. En cuanto al nivel de conocimiento de los riesgos, el 40% reconoce que desconoce las diferentes amenazas que supone un uso irresponsable del móvil.

La «fatiga de privacidad»
La privacidad y la seguridad es una de los grandes temores, pero pocos ponen remedio. De acuerdo con un estudio de la firma de seguridad Kaspersky Lab, el 13% de consumidores españoles ha visto cómo su información privada o de sus familiares se ha hecho pública. Los esfuerzos para ser menos visible en internet conducen a lo que se denomina «fatiga de privacidad», que está conectada con el hecho de vivir en tensión constante, con un sentimiento continuo de que terceros están aprovechándose de su información personal, y de que cualquier esfuerzo por evitarlo es vano. Algo más de un tercio de los encuestados españoles (36%) no se ve capaz de proteger su privacidad online, aunque solo el 5% de ellos ha perdido el interés por descubrir cómo mejorar su privacidad. El 12% incluso reconoce que cede sus datos personales a compañías para participar en juegos o encuestas como «¿A qué famoso te pareces?» o «¿cuál es tu comida favorita?».

En un comunicado, Marina Titova, directora de marketing de productos de consumo de Kaspersky Lab, lo explica: «El incremento de las brechas de datos, unido a la dificultad de gestionar los datos personales online, lleva a los consumidores a sentir una pérdida de control y a estar cansados de pensar sobre su privacidad digital. No existe una solución mágica, pero sí hay muchas formas de reducir los riesgos. Todo comienza con una buena higiene digital y con utilizar herramientas avanzadas y tecnologías que les ayuden a mantener su privacidad digital en orden».

Los expertos recomiendan ser conscientes de que los datos personales, aparte de por la salvaguarda de tu derecho a la intimidad, «son muy importantes» por lo que instan a los usuarios a que, «aunque lleva su tiempo», se revisen las políticas de privacidad, en especial los permisos de las aplicaciones que instalas en tus dispositivos móviles como tu smartphone o tablet, incidiendo en lo que se refiere a la cesión de tus datos a terceros. «Es importante que siempre tengas el control sobre tus datos personales. El hecho de subir una fotografía a una red social puede llevar aparejada una serie de consecuencias», apuntan.

Según el Estudio Anual de Redes Sociales 2019 de IAB Spain, Laura Burillo Zamora, consultora de seguridad y protección de datos de Entelgy Innotec Security, sigue esa línea: «A pesar de las continuas advertencias, en general, seguimos siendo muy confiados en lo que respecta a los permisos que otorgamos cuando descargamos aplicaciones, consintiendo la cesión de datos personales, incluso a terceros que no ofrecen garantías suficientes».

A su juicio, la parte positiva es que gracias al revuelo que se ha formado con FaceApp, aunque son muchas más las aplicaciones que tienen deficiencias en materia de privacidad, es que se está hablando de este tema. «La gente poco a poco parece ser más consciente de la gravedad que supone comprometer nuestra privacidad, no porque esta aplicación sea especialmente peligrosa, sino por las consecuencias que puede tener. Lamentablemente, lo que probablemente ocurra es que cuando dejemos de hablar de esta aplicación, tarde o temprano aparecerá otra nueva igual de llamativa. Y aunque entrañe riesgos, la gente la usará sin reflexionar sobre lo que implica. En general, somos poco cautos y tenemos poca memoria con este tipo de riesgos que entraña la tecnología», sostiene.

Tampoco favorece el hecho de que gran parte de los usuarios acepta los términos de usos sin leer previamente. La sensación es que la concienciación está calando cada vez más, pero es un trabajo lento. Pocos son los que realmente gestionan su privacidad en las redes sociales que más utilizan. Porque Facebook o Twitter disponen de configuraciones para evitar que la información publicada, por ejemplo, sea pública.

Pero tampoco suele pasarse por la cabeza de muchos usuarios que los contenidos que suben a estos servicios se pueden comercializar con terceros o pierden la responsabilidad. Son cuestiones aparentemente importantes que se suelen pasar por alto. Es más, uno podría atreverse a deducir que si se leyera atentantamente los términos de uso, más de uno dejaría de formar parte del círculo. Y sucede que puede más el ansia de la moda. Prima más, de hecho, obtener un provecho inmediato para estar dentro de la tendencia estos momentos (pasar el filtro de la edad y compartir el resultado en redes sociales) que los datos que se puedan exponer libremente. Valoramos, en realidad, poco la información que depositamos alegremente en los servicios digitales.

Afecta a la mayoría de plataformas de medios sociales, a infinidad de aplicaciones móviles. El escándalo de Cambridge Analytica comenzó con un simple juego en Facebook. Ahora, y pese a la desconfianza, es más fuerte la pertenencia a esta comunidad que la supuesta pérdida de abandonarla. ¿Vale la pena estar en la analizada-escrutada-monitorizada red de Mark Zuckerberg? Puede que algunas estimaciones apunten a que ha perdido actividad, pero la compañía sigue rompiendo récords de beneficio y usuarios en cada trimestre. Muchas empresas, por supuesto, se lo saltan a la torera y no cumplen con las exigencias legales en tratamiento de datos.

El asunto de los permisos
Aún así, la sensación es que los usuarios siguen siendo demasiado confiados. «Si utilizaste la aplicación aceptaste estar de acuerdo con todo ello. Lo cierto es que, si hubieras leído esto antes, seguramente no la habrías descargado, o quizás sí, pero ya lo habrías hecho sabiendo lo que ello implicaba», apuntan fuentes de la firma de seguridad Sophos, quienes dejan claro uno de los aspectos más relevantes en esta polémica: «es tan importante concienciarnos de que cuando damos permisos a una aplicación o cuando leemos un correo electrónico y hacemos clic en un enlace que puede ser fraudulento, podemos estar cometiendo un error que puede llegar a costarnos más de un disgusto».

Según el informe elaborado por IPSOS para Samsung, el 72% de los españoles se muestra preocupado por la seguridad en el móvil. Entre las principales preocupaciones, los usuarios consultados han destacado el acceso a información sensible como pueden ser los datos bancarios. Para el 87% de los españoles esa es la principal preocupación, seguida de fallos de seguridad en servidores con datos y claves con un 82% y el acceso a las claves de las tarjetas en un 79% de los casos. En cuanto al nivel de conocimiento de los riesgos, el 40% reconoce que desconoce las diferentes amenazas que supone un uso irresponsable del móvil. La privacidad y la seguridad es una de los grandes temores, pero pocos ponen remedio.

Los expertos recomiendan ser conscientes de que los datos personales, aparte de por la salvaguarda de tu derecho a la intimidad, «son muy importantes» por lo que instan a los usuarios a que, «aunque lleva su tiempo», se revisen las políticas de privacidad, en especial los permisos de las aplicaciones que instalas en tus dispositivos móviles como tu smartphone o tablet, incidiendo en lo que se refiere a la cesión de tus datos a terceros. «Es importante que siempre tengas el control sobre tus datos personales. El hecho de subir una fotografía a una red social puede llevar aparejada una serie de consecuencias», apuntan.

«A pesar de las continuas advertencias, en general, seguimos siendo muy confiados en lo que respecta a los permisos que otorgamos cuando descargamos aplicaciones»

Laura Burillo Zamora, consultora de seguridad y protección de datos de Entelgy Innotec Security, sigue esa línea: «A pesar de las continuas advertencias, en general, seguimos siendo muy confiados en lo que respecta a los permisos que otorgamos cuando descargamos aplicaciones, consintiendo la cesión de datos personales, incluso a terceros que no ofrecen garantías suficientes».

A su juicio, la parte positiva es que gracias al revuelo que se ha formado con FaceApp, aunque son muchas más las aplicaciones que tienen deficiencias en materia de privacidad, es que se está hablando de este tema. «La gente poco a poco parece ser más consciente de la gravedad que supone comprometer nuestra privacidad, no porque esta aplicación sea especialmente peligrosa, sino por las consecuencias que puede tener. Lamentablemente, lo que probablemente ocurra es que cuando dejemos de hablar de esta aplicación, tarde o temprano aparecerá otra nueva igual de llamativa. Y aunque entrañe riesgos, la gente la usará sin reflexionar sobre lo que implica. En general, somos poco cautos y tenemos poca memoria con este tipo de riesgos que entraña la tecnología», sostiene.