«Tengo la intención de seguir al frente del gobierno hasta el final de la legislatura», ha insistido, sin entrar a comentar la paupérrima situación demoscópica de sus socios de gobierno, los socialdemócratas del SPD, que apenas cuentan actualmente con un 9% en las encuestas y que por su necesidad de tiempo para remendar directiva y sondeos están proporcionando a Merkel un extra de longevidad política con el que en realidad nadie contaba.
A simple vista, desde luego, Merkel está en forma y ha soportado la hora y media de preguntas ininterrumpidas con tranquilidad y dar signos de fatiga. No ha querido desvelar su destino de vacaciones y ha adelantado que todavía mañana tiene en la agenda un acto militar en el que acompañará a la nueva ministra de Defensa,
Annegret Kramp-Karrenbauer
(AKK). Se trata sin duda de un claro gesto de apoyo a su protegida, que ya la ha sucedido al frente de la CDU y que llega ahora al gabinete de ministros para preparar desde ahí su salto a la Cancillería, siempre de la mano de Merkel. La canciller se ha mostrado de hecho «no exageradamente orgullosa, pero sí satisfecha» de cómo se ha resuelto finalmente la ecuación de cargos europeos y del aterrizaje de AKK en su consejo de ministros.
Contra los comentarios de Trump
Merkel se ha mostrado por momentos combativa, como cuando ha vuelto a referirse a las declaraciones de Trump contra las congresistas asegurando que son contrarios a la «grandeza» de EE.UU.. También ha calificado el programa electoral de los conservadores griegos como «un buen programa para el crecimiento económico» y ha reconocido que «si Gran Bretaña necesita más tiempo, tendremos que concedérselo». Sigue defendiendo con empeño los presupuestos alemanes de déficit cero porque «no podemos cargar a los jóvenes con nuestras deudas» y respecto a los jóvenes alemanes que rescatan refugiados en las aguas del Mediterráneo, Merkel comprende su inquietud pero reitera que «lo que necesitamos no son soluciones puntuales ni unilaterales sino una solución cojunta europea acordada por todos».
Respecto a la situación económica alemana, la ha calificado como «en una fase algo difícil» y no ha descartado de entrada la idea de una renta mínima universal como forma de reducir drásticamente la burocracia del sistema social alemán, aunque ha advertido que falta todavía mucho para eso y ha adelantado que «nos espera un mes de septiembre con muchísimo trabajo».