«Aquí no se hizo justicia», dice el Chapo tras recibir cadena perpetua

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Joaquín Guzmán Loera, más conocido como el Chapo, pasará el resto de su vida en una prisión de Estados Unidos. El juez Brian Cogan, del juzgado federal de Brooklyn, impuso ayer la condena de cadena perpetua -con una pena adicional de treinta años- para el narcotraficante mexicano, considerado uno de los líderes del cartel de Sinaloa. Además, el magistrado ha instruido que se le confisquen activos y bienes por valor de 11.225 millones de euros, algo que será casi imposible para las autoridades.

Cualquier otra sentencia para el Chapo que no fuera la cadena perpetua hubiera sido una sorpresa, después de que en febrero un jurado le encontrara culpable de diez cargos muy graves relacionados con el narcotráfico, incluidos el envío de toneladas de droga y la participación en una empresa criminal continuada. El narco mexicano fue extraditado a Estados Unidos en enero de 2017, después de dos célebres huidas de cárceles mexicanas que retrataron la corrupción de las autoridades con el dinero de la droga.

Breve lectura
La vista para su sentencia fue también una rara ocasión para escuchar al Chapo, que durante el juicio optó por no testificar para su defensa y apenas se le escuchó su voz en grabaciones. El narco leyó de un papel durante quince minutos, en los que acusó a las autoridades estadounidenses de torturarle y de no haber tenido un juicio justo. «Me han torturado las 24 horas del día durante treinta meses», dijo sobre las condiciones de su prisión preventiva en los calabozos de la cárcel de máxima seguridad de Manhattan, donde aseguró que le obligaron a beber «agua no higiénica», que no podía tomar aire fresco y que tenía que ponerse tapones con papel higiénico en los oídos para poder dormir por el ruido de la ventilación.

«Ha sido la situación más inhumana que he vivido en toda mi vida», insistió el narco, en cuyo juicio se detallaron torturas y
asesinatos macabros
cuando era uno de los líderes del cartel de Sinaloa. «Aquí no se hizo justicia», reprochó al juez, que hace unos días le denegó la repetición del juicio por una supuesta conducta inapropiada del jurado durante la liberación, revelada por «Vice».

«Cuando me extraditaron esperaba una justicia ciega, donde mi fama y mi reputación no fueran un pretexto». Esa fue la línea centra de su defensa durante el juicio: el Chapo había sido sentenciado por su nombr
e. «Esto ha sido un juicio-espectáculo desde el primer día», insistió ayer a la salida del juzgado su abogado, Jeffrey Lichtman.

Sobornos
En la fase de pruebas, comparecieron 56 testigos, muchos de ellos exnarcos que cooperan con las autoridades para conseguir beneficios penitenciarios. Entre todos hicieron un retrato detallado de la violencia del narcotráfico y de la corrupción en la que se asienta, con acusaciones de sobornos a buena parte de la clase política mexicana, incluido el expresidente Enrique Peña Nieto.

«El día del ajuste de cuentas con Guzmán Loera ha llegado», reaccionó el fiscal principal del distrito, Richard Donoghue. «Ya no meterá más veneno en nuestro país, ni ganará millones mientras se pierden vidas de inocentes. El mismo destino aguarda a quienes sigan su camino», añadió, mientras la cocaína con la que se enriqueció el Chapo corre hoy con la misma facilidad por las calles de Estados Unidos que cuando él la enviaba desde México.

Ahora, el destino más probable para el narcotraficante es la cárcel más segura y severa de EE.UU., la prisión de máxima seguridad de Florence, en Colorado. La prioridad para las autoridades penitenciarias estadounidenses será a partir de ahora evitar el que podría ser el mayor sonrojo de la historia del país que más invierte en seguridad: que el Chapo vuelva a escaparse.