La dimisión de Von der Leyen como ministra de Defensa se formalizará en el consejo de ministros que ha empezado a las nueve de la mañana y la circunstancia ha sido aprovechada por Merkel para apuntalar a su sucesora al frente del partido, introduciéndola en el gabinete de ministros, en un departamento que Von der Leyen ha dejado ya más o menos organizado para lo que queda de legislatura y desde el que AKK podrá comenzar a relacionarse con la tarea de gobernar Alemania desde dentro de la complicada gran coalición.
La llegada de Kramp-Karrenbauer a Defensa, la segunda mujer que desempeña ese cargo en Alemania, se decidió en una conferencia telefónica de la cúpula de la CDU y cuenta con la aprobación de los varones del partido, pero ha sido iniciativa de Merkel. Su objetivo es sin duda terminar con el debate sobre la candidatura que se empeña en mantener con vida el rival interno de AKK, Friedrich Merz, con apoyo en las finanzas alemanas y en el ala más conservadora del partido que sigue paseándose por los talkshows televisivos insistiendo en que la decisión de la candidatura de la CDU a la Cancillería de Berlín para las próximas generales no está todavía cerrada.
Para ello se hace apoyar por estudios demoscópicos como el defendido por el director del Instituto Forsa Gullner, que señalan que solo el 25 por ciento de los encuestados consideran a AKK la «candidata correcta» y que, si nos limitamos a los militantes de la CDU entre los encuestados, el porcentaje de rechazo es del 60 por ciento.
Uno de los factores que está dañando la imagen de AKK es su respuesta crítica al movimiento juvenil «Fridays for Future», que arrastra cada viernes lectivo a docenas de miles de escolares alemanes a faltar a clase para protestar por la pasividad de los gobiernos ante el cambio climático. También han surgido youtubers y blogueros que llevan a cabo una agresiva guerra de guerrillas a través de las redes sociales contra la que la directiva de la CDU no parece encontrar una estrategia efectiva. Pero su inclusión en el gobierno supone un paso más hacia la Cancillería en un contexto en el que la posibilidad de unas elecciones anticipadas no es nada despreciable.